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Número 7: ¿Para qué sirve una universidad?

Nota del editor

Robert W. Heimburger

¿Para qué sirve una universidad? Estudiantes, profesores y obreros de América Latina reflexionaron sobre esta pregunta durante una consulta de IFES en Panamá acerca de los retos importantes en la universidad. Preguntaron:  

  • ¿Deberían las universidades intentar ofrecer un servicio público o convertirse en fábricas de profesionales? 
  • ¿Pueden las universidades dedicarse a descubrir el conocimiento en un contexto local o deberían simplemente transmitir este conocimiento desde el Norte Global?  
  • ¿Cómo pueden los miembros de las universidades actuar de forma ética y convertirse en seres morales?  
  • Cuando los estudiantes se enfrentan a dificultades, ¿cómo pueden ayudarlos las comunidades universitarias? 
  • ¿Cómo pueden los adoradores de un Dios que crea y restaura el mundo contribuir a la vida universitaria?  

Los latinoamericanos a los que escuché reconocían los retos con los que se enfrentaban al intentar que las universidades fueran lugares donde se fomentara el bien social, se compartiera el conocimiento y formara a los estudiantes tanto intelectual como moralmente. Aun así, tenían la esperanza de que las universidades continuaran siendo lugares donde se alabara a Dios mediante el aprendizaje y el apoyo entre los estudiantes. 

Estas preguntas acerca del propósito de la universidad quedan reflejadas en los artículos de este número de IFES Palabra y Mundo. Esther Phua, una graduada reciente en Filosofía y que vive en Singapur, nos ofrece imágenes de la vida de una estudiante universitaria. Nos habla de momentos para preguntar, descubrir, hacer amigos, crecer, relacionarse con la familia y crecer en fe. También nos habla de momentos para hacer frente a la vergüenza, el suicidio y las relaciones difíciles con la familia. A la vez que reconoce los miedos a los que se enfrentan los estudiantes, Phua afirma que las universidades son lugares idóneos para probar ideas para cambiar el mundo y soñar, gracias a la Palabra que se hizo carne. 

Brian A. Williams, teólogo y decano en un colegio de honores en los Estados Unidos, explora la tradición del humanismo cristiano para plantear el propósito de las universidades. Esta tradición le ha enseñado a valorar las artes y las ciencias como un regalo que Dios ha hecho disponible para que los estudiantes desarrollen plenamente su humanidad. Escribe que este tipo de educación empieza cuando nos maravillamos de algo y continúa con el aprendizaje, usando el conocimiento no para propósitos egoístas, sino como respuesta humilde y agradecida por este regalo. Este aprendizaje capacita a los miembros de las universidades a amar a su prójimo, tanto al que está cerca como al que está lejos, sabiendo que, en última instancia, nos lleva a alabar a Dios. 

Santa J. Ono, presidente de una universidad canadiense y científico médico, piensa que las mejores universidades son aquellas donde personas de diferentes trasfondos se reúnen para debatir libremente todo tipo de preguntas, explorar misterios, desarrollar nuevas ideas y moldear a personas que puedan crear un mundo mejor. Nos narra la historia de cómo llegó a la fe en sus años como estudiante y afirma que esta fe lo ayuda a servir, como líder de una institución educativa, tanto a aquellos que tienen fe como los que no. 

Jeremiah Amai Veino Duomai, un filósofo de la India, protesta por el espacio cada vez más reducido en las universidades indias para evaluar y criticar las políticas del gobierno. Afirma que el pensamiento libre en las universidades no solo es importante para la salud de una democracia, sino que también es una forma importante de denunciar lo que las Escrituras llaman “los poderes establecidos” y luchar contra la tentación de alabar a los líderes políticos o deificar una nación. 

Ross H. McKenzie, un físico de Australia, afirma que en un tiempo de crisis sobre el propósito de las universidades, la teología cristiana tiene algo que aportar. Escribe que, hoy en día, predomina un planteamiento de convertir las universidades en negocios y dejar que sean guiadas por las fuerzas del mercado libre. Aunque algunos cristianos tienen una visión sectaria de las instituciones educativas, él apuesta por una visión teológica cristiana para la universidad multicultural y laica moderna. McKenzie opina que las categorías de la creación, la caída, la redención y la renovación pueden explicar y moldear todo lo que se considera como una actividad buena en la universidad.  

Mi deseo es que, a medida que vayamos reflexionando sobre las dificultades y los miedos a los que se enfrentan los miembros de las universidades hoy en día, nos sintamos capacitados para contribuir a la vida universitaria con amor y esperanza.  

Robert W. Heimburger, Editor
robert.heimburger@ifesworld.org  

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