Nuestra experiencia se reducía a interminables reuniones en línea y a estar sentados con los hombros curvados delante de nuestros escritorios oscuros y demasiado familiares. A medida que la pandemia se ha ido alargando, los estudiantes se han sentido cada vez más quemados.
En Brasil, esto se convirtió en un gran problema. Al principio, cuando los gobiernos estatales empezaron a introducir las restricciones en marzo del 2020, así como la mayor parte del mundo, los estudiantes estaban deseosos de conectar unos con otros por internet. Sin embargo, cuando las clases a distancia pasaron a ser la orden del día, no tardaron en descubrir que no seguían una rutina saludable. Las universidades tenían dificultades para organizar los horarios, que acabaron siendo caóticos e, incluso, en algunos casos no daban más de una semana de vacaciones al año.
ABUB, el movimiento estudiantil en Brasil, llevó a cabo una labor muy creativa durante esos meses con el fin de mantener a los estudiantes conectados y activos. A finales del 2020, los estudiantes estaban cansados y muchos de ellos estaban sufriendo tanto mental como emocionalmente. A pesar de ello, seguían luchando. Cuando se aprobó una vacuna en enero del 2021, los estudiantes se llenaron de esperanza, pues pensaron que pronto volverían a las clases. Sin embargo, la vacuna no estuvo disponible para los estudiantes hasta ocho meses más tarde. Muchos de ellos han tenido que seguir sus estudios por internet sin interrupción desde marzo de 2020. Es difícil seguir adelante cuando la vida parece tan difícil y no se vislumbra el final.
La salud mental de los estudiantes y ABUB
ABUB se ha estado implicando con la salud mental de los estudiantes en Brasil durante mucho tiempo. En 1997, una universidad de Viçosa, Mina Gerais, descubrió un alto índice de depresión y tendencias suicidas entre sus estudiantes. Estudiantes de ABUB y del Centro Evangélico de Misiones organizaron su primera Semana de Esperanza en 1998. Desde entonces, este evento se ha llevado a cabo dos veces al año y se ha extendido a otras universidades. Los estudiantes organizan talleres, charlas, debates y estudios bíblicos. Emplean el arte para tratar temas como el racismo, la sostenibilidad, la responsabilidad social y la política, todo ello con un enfoque principal en la salud mental y la esperanza en Cristo. El evento se llevó a cabo en línea en el 2021.
Antes de la pandemia, los estudiantes de ABUB también tuvieron un papel decisivo a la hora de ayudar a sus universidades para que elaboraran los programas oficiales para la campaña nacional anual de prevención del suicidio en Brasil, llamada Septiembre amarillo. Jessica, obrera del movimiento, nos cuenta que en el 2019, la contribución a este evento fue una de las actividades estudiantiles más populares. También nos comenta que cuando todos los estudiantes de ABUB fueron encuestados en 2019 sobre qué asuntos causaban más problemas en sus grupos, “la mayoría respondió que eran la depresión y la salud mental”.
Una investigación del 2021 ha revelado que el 43% de los estudiantes de Brasil pensó dejar sus estudios durante la pandemia; el 28% de los estudiantes varones y el 40% de las mujeres dijeron que su estado emocional estaba “mal” o “fatal”; el 61% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años afirmaron estar sufriendo de ansiedad como consecuencia directa o indirecta de la pandemia; el 51% dijo que sufría de agotamiento y el 10% afirmaba que la pandemia los había llevado a considerar el suicidio.
“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios”
A principios del 2021, los obreros ya se daban cuenta de que los estudiantes estaban muy quemados. Pocos grupos habían conseguido renovar su liderazgo en 2021, por lo que muchos estudiantes habían sido líderes durante dos años. Sentían que tenían la responsabilidad de permanecer en el liderazgo, pues sabían que, a causa de la pandemia, si lo dejaban, no habría nadie que los reemplazara. Cada vez que alguien intentaba revitalizar los grupos estudiantiles con una nueva iniciativa, “cada nueva idea parecía un peso sobre sus hombros”, comenta Jessica.
Pablo, un obrero de la región Este de ABUB, decidió que debían cambiar de método. Empezó a pensar en una expresión que había oído en un taller durante la formación subregional de IFES para el Cono Sur, algo como “un líder necesita liderar a los demás según el ritmo de vida que Dios ha establecido y tiene que saber cuándo debe guiarlos para que descansen”. Así, se olvidarían de organizar nuevas actividades y no les pediría a los estudiantes más entusiasmo. En cambio, iría a donde se encontraban en ese momento. Antes de la pandemia, el grupo estudiantil a veces usaba el método lectio divina para leer la Biblia, un enfoque donde se enfatiza la contemplación lenta, la reflexión y la oración por encima del analisis y la exégesis. Jessica explica que, aunque la lectio divina se asocie con el catolicismo y las órdenes monásticas (y ello haga que muchas iglesias en Brasil no utilicen este concepto), a los estudiantes les gusta. Pablo comenta que él emplea el término “lectura bíblica en oración”, que “describe más claramente lo que están proponiendo”.
Lectio divina era, potencialmente, una buena respuesta pero, ¿cómo podían rediseñarla para la pandemia? Más reuniones por internet y más iniciativas que requiriesen mucho esfuerzo no funcionaban. Sin embargo, Pablo y Liz, una amiga de ABUB, decidieron que, para ser relevantes en el momento en que se encontraban, producirían estudios bíblicos de lectio divina en forma de podcast. Al poder escucharlo cuando quisieran, los estudiantes recibirían una herramienta que los ayudaría a descansar, volver a centrarse y sentirse renovados mediante las Escrituras. Tal y como nos cuenta Pablo: “lo importante era permitir un período de descanso de las actividades en línea sin renunciar al crecimiento espiritual. Además, tal descanso era algo esencial para el crecimiento espiritual de los estudiantes”. Jessica recuerda cómo el primer episodio hizo que rompiera a llorar. “Me di cuenta de que yo tampoco había estado descansando en Dios”.
Maria, una estudiante, nos comparte:
“El año pasado, los corazones de los estudiantes estaban angustiados y agotados física y mentalmente. Aunque todos nos habíamos adaptado a vivir en línea, teníamos el sentimiento de que faltaba algo”. El podcast ayudó a traer reflexiones a los corazones que realmente necesitaban descansar. Los estudiantes explican que realmente los ayudó. Nos dio la perspectiva para recordar que no todo está perdido, sino que Dios tiene el control.
“Después de dos años de clases a distancia, los estudiantes podemos sentirnos esperanzados si confiamos que Jesucristo es suficiente para ayudarnos a seguir caminando. Incluso si nuestros ojos no lo pueden ver. Dios sigue obrando en nosotros. Tenemos esperanza cuando usamos las habilidades que Dios nos ha dado para cumplir lo que Él nos ha llamado a hacer. La tarea de alcanzar a todos los estudiantes para Jesucristo tiene que llevarse a cabo por aquellos que están disponibles, ¡que sea a través de nosotros!”.
Agotamiento, salud mental y el Evangelio
La salud mental se parece a la salud física: uno puede tener un trastorno de salud mental crónico o severo así como otro puede tener un problema físico crónico. Los problemas mentales pueden aparecer a causa de un acontecimiento vital específico, así como un accidente puede causar heridas físicas. Nuestra salud física puede fluctuar de varias maneras, a menudo, dependiendo de nuestro estilo de vida y circunstancias. Lo mismo ocurre con la salud mental. De la misma manera que la falta de sueño o no comer suficiente puede agravar un problema de salud ya existente, crear nuevos problemas o, simplemente, hacer que no te sientas bien, los problemas de salud mental pueden aparecer cuando estamos mental y emocionalmente agotados, perdemos la perspectiva o estamos muy estresados.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental no solo como la ausencia de un trastorno mental, sino como “un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad”. Los cristianos ajustan este paradigma a lo que conocemos acerca de las verdades de la Escritura: ni hacemos de la búsqueda de una buena salud mental nuestro evangelio, ni sobreespiritualizamos ni descuidamos los factores psicológicos o fisiológicos. Muchos cristianos fieles y maduros sufren problemas en su salud mental durante toda su vida. Sin embargo, como cristianos, tenemos recursos extras para vivir con estos problemas. Tenemos una seguridad superior, una esperanza superior, una fuerza superior y un gozo superior a nuestra disposición. Y cuando nuestros estudiantes se queman a causa de trabajar demasiado, una pandemia, o lo que sea a lo que se están enfrentando, dejar a un lado nuevas ideas e iniciativas y, simplemente, descansar en lo que ya tenemos en Cristo, es una forma poderosa de seguir adelante y darle la gloria a Dios.
La capacidad máxima de salud mental suprema, rebosante de paz y prosperidad, nos está esperando en la gloria. Tal y como escribió el autor de himnos Augustus Toplady, los “espíritus glorificados en el cielo” están “más felices pero no más seguros” que los que todavía estamos en este mundo. Jessica está de acuerdo y apunta que “cuando tienes una esperanza eterna, tu enfoque cambia”. La pregunta es, ¿cómo podemos echar raíces para la vida eterna ahora?
Puedes escuchar los podcasts de la lectio divina de ABUB (en portugués) aquí.