Transformando una visión en una realidad Normalizando la imagen bíblica de las relaciones raciales

Jasmine Foo

Nuestra propensión humana

El eco en los medios de comunicación acerca de los eventos y las correspondientes protestas en los Estados Unidos en contra de la división racial y las injusticias de la nación han despertado los sentidos del resto del mundo respecto a las relaciones étnico-raciales y las desigualdades sistémicas subyacentes. Desde los principales medios informativos y redes sociales hasta las conversaciones formales e informales, ha ido creciendo un sentimiento de conciencia y disposición a tomar un papel más activo y público en cuanto a la cuestión del racismo. No cabe duda de que este fenómeno ha traspasado las fronteras del mundo occidental y que países asiáticos se enfrentan a sus propias versiones de desigualdades étnicas. Sin embargo, existe una diferencia: la resistencia por parte de aquellos que desempeñan funciones de poder a “lavar los trapos sucios en público”. A pesar de la prevalencia de este asunto, raramente aparece como objeto de discusión en un debate parlamentario o gubernamental. Y, cuando aparece, lo hace como excusa para rechazar la importación de ideas “occidentales” sobre el “privilegio blanco” en el debate nacional.[1] Se quiere ignorar lo evidente.

Sin embargo, debido a la accesibilidad de las redes sociales, ya no son los líderes nacionales los que dictan el discurso social. Existe una creciente disposición a denunciar la xenofobia i el racismo, que son cada vez menos aceptables socialmente. Más y más víctimas de tales actitudes discriminatorias hablan de sus experiencias. Los diferentes diálogos, además, están revelando la naturaleza matizada del racismo y su compleja relación con las nociones de nacionalismo y clasismo. En Asia, el racismo asoma su fea cabeza de diferentes formas como, por ejemplo, sentimientos nacionalistas en contra de los inmigrantes, políticas desiguales que favorecen a los que pertenecen a un grupo étnico mayoritario (y que tienden a tener un nivel socioeconómico más alto), remanentes de un bagaje histórico como resultado de conflictos nacionales o étnicos (o de un dominio colonial) e, incluso, la limpieza étnica disfrazada de asimilación por parte de los grupos minoritarios.

Dicho esto, creo que el debate público acerca de este asunto tan divisivo no tiene por qué ser tan binario. Cuando hacemos de este asunto un mal tan absoluto, conseguimos que las personas se pongan a la defensiva y cerramos la puerta a un posible debate. En el fondo, los sentimientos racistas están arraigados en nuestra propensión humana de agrupar y categorizar y, así, dar nombre al “Otro”. Aquí, escribo esta palabra como nombre propio para reflejar la tendencia humana de encasillar a las personas entre Nosotros y Ellos. En vista de ello, aquellos que rechazan abiertamente la omnipresencia del racismo, no consiguen apreciar que el ser humano es un ser caído y quebrantado, y que este hecho no solo afecta nuestra vida privada, sino que impregna todos los organismos y grupos sociales en los que funcionamos. Esta misma tendencia a categorizar identidades puede que también presuponga una jerarquía innata que, en la práctica, significa que cada grupo aspira, por naturaleza, a ejercer el control y la hegemonia sobre otros grupos. Por tanto, si somos más capaces de llamar las cosas por su nombre, quizás estaremos menos a la defensiva y nos sentiremos menos compungidos respecto a las carencias estructurales a las que hacemos frente a diario. En otras palabras, no tendremos tanto miedo de importar vocabulario como “privilegio blanco” a nuestros contextos y estaremos más dispuestos a denunciar la parcialidad injusta y la marginalización.

Irónicamente, cuando la joven tenista Emma Raducanu saltó a la fama de un día para otro, quedó expuesto el gran enigma que es la identidad étnica. Su padre es rumano, su nombre es rumano y habla rumano. Su madre es china y habla mandarín con fluidez. Nació en Canadá. Sin embargo, ha vivido la mayor parte de su vida y se ha entrenado en el Reino Unido. Tanto los rumanos como los chinos y los británicos quieren hacerse con su gloria.[2] Sin embargo, los chinos, por lo general, detestan los matrimonios mixtos y los británicos que votaron a favor del Brexit prefieren un Reino Unido sin europeos del este, como Emma y su padre.[3] Así, la identidad étnica no es más que una construcción social maleable que puede tanto dividir como unir. Cuando apreciamos que las identidades étnicas son meras construcciones sociales, estamos más dispuestos a cuestionar nuestras suposiciones sobre quienes son Ellos y quienes somos Nosotros.

La visión bíblica de las relaciones étnicas

Cuando la Biblia nos presenta la realidad social en Génesis 11, donde aparecen varios grupos con diferentes lenguas dispersados por toda la tierra e incapaces de cooperar en algún proyecto global, no se trata del final de la historia. El gran final aparece en Apocalipsis 7, donde leemos que una gran multitud procedente de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas se encuentran de pie alrededor del trono de Dios y delante del Cordero cantando alabanzas. No solo adorarán al unísono diferentes pueblos con diferentes lenguas, sino que todos participaremos de la gloria de la nueva creación como una sola comunidad. El contraste entre la realidad humana y la visión bíblica es evidente. Como personas que vivimos en medio de los dos tiempos, nos queda la pregunta de cómo podemos acomodar la visión bíblica a nuestra realidad caída.

Aquí es donde las epístolas son bastante útiles para ilustrar la puesta en práctica del concepto abstracto de la salvación y la fe. Está claro que a la iglesia primitiva le costaba materializar la visión bíblica de unidad en medio de la adversidad. Estaba plagada de conflictos y divisiones. La situación era lo suficientemente mala como para que varias epístolas abordasen específicamente este tema.

En Efesios 2, Pablo apunta a la situación anterior, donde los gentiles quedaban excluidos (como si se tratara de forasteros) de la ciudadanía de Israel y del pacto de la promesa. Sin embargo, Pablo declara que Cristo es nuestra Paz. Esta paz no es solo un tipo de consolación interior o estado de tranquilidad, sino que es una paz que ha sido comprada con el cuerpo de Cristo para derribar de una vez por todas el muro divisorio de enemistad entre los judíos y los gentiles, Nosotros y Ellos. Jesús no solo murió para reconciliar a Dios con la Humanidad, sino para reconciliar dos grupos opuestos en un mismo cuerpo, una humanidad. Cristo murió en la cruz no solo por nuestros pecados individuales, sino también por las enemistades entre diferentes entidades. Es solo cuando la estructura entera está unida y crece para convertirse en un templo santo, que cumplimos nuestro propósito: ser la morada de Dios. Este es un mensaje glorioso, no solo porque nos asegura a nosotros, los gentiles, que estamos incluidos en el plan salvador de Dios, sino porque declara posible una unidad que supera las enemistades innatas entre diferentes grupos.

Aceptar la realidad del quebrantamiento social no tiene por qué paralizarnos o llevarnos a la desesperación. Tal y como Pablo hace, debemos diagnosticar el problema y retarlo. Cuando despertamos nuestra propia conciencia acerca de las desigualdades sistémicas y estructurales de nuestra sociedad, estamos dando los primeros pasos hacia la visión bíblica de justicia y reconciliación. Esta toma de conciencia crea nuevas oportunidades, tal y como hemos visto en muchos movimientos IFES. Durante el Congreso de IFES para Graduados de Asia del Este de 2019, donde se trató el tema de la reconciliación, los graduados japoneses pidieron perdón a los coreanos por la animosidad histórica y las guerras pasadas entre ellos. En 2017, durante la Conferencia Regional de Asia del Este, los estudiantes indonesios acogieron a sus hermanos y hermanas timorenses mediante conversaciones y oraciones Durante la pandemia, varios estudiantes de FES Singapur, con el apoyo de iglesias locales, iniciaron el proyecto Dormitorios cómodos y seguros (S3P, por sus siglas en inglés), con el fin de poder ofrecer un alojamiento temporal a los trabajadores extranjeros que habían perdido su hogar después de que sus residencias hubieran sido duramente afectadas por varios brotes de COVID-19. Asimismo, FES Malasia lanzó Jambatan Anak Malaysia (JAM, que literalmente significa puente de los pueblos malasios) para retar de manera activa la política oficial basada en la raza que el gobierno estaba llevando a cabo.

Cuando el pueblo de Dios demuestra a través de sus vidas y sus acciones la visión bíblica de unidad y reconciliación, esencialmente está siendo ejemplo ante el mundo de esta posibilidad bíblica. Es por ello que debemos normalizar las relaciones étnicas trazadas por Dios y transformar lo que es una mera visión en realidad. El cuerpo de Cristo puede personificar una “nueva normalidad”. Más allá de los pequeños pasos que podamos tomar en nuestras propias vidas o ministerios, también estamos mejor preparados para participar en los diferentes asuntos sistémicos globales y no sentirnos tan abrumados a causa de ellos. Especialmente en IFES, con tal representación internacional en la que se incluyen 170 países, se nos ha dado la maravillosa oportunidad de demostrar la visión bíblica de una humanidad trabajando conjuntamente codo a codo. Ya no hay judío ni griego, asiático ni africano, caucásico ni latino, ni del primer, del segundo o del tercer mundo, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús (véase Gál 3:28).

Esta visión bíblica queda perfectamente resumida en el mensaje del Papa Francisco durante la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año, con el lema “Hacia un ‘Nosotros’ cada vez más grande”, donde afirmó que “todos estamos en el mismo barco y somos llamados a trabajar juntos para que no existan más muros que nos separen, para que no exista ‘el otro’, sino un único ‘nosotros’ que abarque toda la humanidad.”

Preguntas para debatir

  1. Foo nos comenta que, mientras que los países asiáticos luchan contra sus propias versiones de desigualdades étnicas, las normas culturales acerca de la vergüenza pública afectan el modo en el que se mantienen las conversaciones. ¿Observas unas dinámicas similares en tu propio contexto? ¿Qué normas culturales crean retos sobre los intentos sinceros de afrontar las desigualdades raciales? 
  2. En relación a Génesis 11, Efesios 2 y Apocalipsis 7. ¿Cómo podrías resumir la visión bíblica hacia las relaciones raciales? ¿Qué otros pasajes te aportan una mayor información para tu comprensión? ¿Cómo te hablan estos pasajes acerca de las relaciones entre razas en tu contexto? ¿Y a los estudiantes universitarios? 
  3. “Aceptar la realidad del quebrantamiento social no tiene por qué paralizarnos o llevarnos a la desesperación.” ¿Sientes esta tentación cuando piensas en este tema? ¿Cómo te inspiran para la acción los ejemplos prácticos citados en este artículo? 

[1] Véase, por ejemplo, el discurso del Primer Ministro de Singapur en el que defiende que en el país no existen las desigualdades raciales: https://www.channelnewsasia.com/singapore/ndr-entirely-baseless-claim-chinese-privilege-exists-singapore-lee-hsien-loong-2143026.

[3]Para una reflexión más exhaustiva, véase el artículo escrito por el Profesor Guido Gianasso sobre ‘Emma Raducanu y la ilusión de las naciones’ (artículo en inglés)https://www.linkedin.com/posts/guidogianasso_emma-raducanu-and-the-illusion-of-nations-activity-6844951439719190528-kpi5/.

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