Creación, misión y testigo de Cristo

El concepto del testigo en la Biblia

Fernando Abilio Mosquera Brand

El abordaje que haré en este breve artículo tiene la intención de mostrar que los conceptos de testigo, creación y misión se inter-relacionan estrechamente, ya que son tópicos que se entrecruzan y se entrelazan, según las enseñanzas tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. En este orden de ideas presentaré tres asuntos: 1) una exploración semántica del vocablo testigo, 2) la relación entre testigo, creación y misión y 3) las responsabilidades sociales y políticas que resultan del testigo.

1. Exploración semántica del vocablo testigo

El vocablo testigo puede ubicarse en diversos contextos: por un lado puede situarse en procesos legales, en los cuales se necesita la intervención de terceras personas que ayuden a los jueces a tomar decisiones adecuadas y conformes a la verdad. En este caso, probablemente el testimonio de las partes en conflicto (demandante y demandado) puede que no sea concluyente, ya que ellas declaran de acuerdo con su visión del problema y de los intereses que persiguen en el litigio. En este contexto, la presencia del testigo es fundamental para esclarecer la verdad. Respecto a la comprensión legal del término, Manuel Ossorio afirma que “El vocablo tiene importancia jurídica dentro del campo procesal, por cuanto la prueba testifical o testimonial constituye un medio de comprobar judicialmente la veracidad de los hechos que se debaten en un litigio o causa criminal. La falsedad de la declaración del testigo constituye el delito de falso testimonio.”*

En la jurisprudencia veterotestamentaria se requería que el testigo (‘et-‘ud) tuviera una probidad fuera de toda duda y de toda sospecha. Se prohibía expresamente que el individuo fuera ‘et hamas, esto es, testigo falso, mostrando un comportamiento propio del impío (Éxodo 23:1). Por disposiciones legales, el testigo tenía un compromiso con la emeth (verdad), por tanto, no podía falsearla en el juicio. Esto es ratificado también por el autor de Proverbios, el cual devela el carácter fidedigno del testigo ideal al afirmar que “el testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras” (Prov 14:5, NVI). En la obra literaria Salamina, Javier Negrete pone en labios de Fénix el gramatista, profesor de Temístocles la siguiente sentencia: “La verdad es la piedra angular de la virtud.”* Continúa destacando el papel de la verdad de tal manera que el profesor enseña a sus estudiantes que “ni los dioses escapan a la obligación de decir la verdad.”* Estas sentencias subsumen el ser del testigo verdadero.

Este carácter forense es ratificado por Harrison al explicar que “En la antigüedad como en el presente, éste era un término legal que designaba al testimonio dado por, o en contra de, uno en un juicio ante una corte.”* Además, se usa como un término técnico del cristianismo, en este caso el vocablo significa “el testimonio dado por testigos cristianos sobre Cristo y su poder salvador.”*

En la semántica bíblica se yergue un concepto que en el Antiguo Testamento se expresa a través del vocablo hebreo (‘et –‘ud) y por medio de la expresión griega martyr. Ambos términos significan testigo. La riqueza e importancia de las dos locuciones se ve por el hecho que en el Antiguo Testamento aparece 44 veces la palabra ‘ud. En el Nuevo Testamento aparece el vocablo en cinco presentaciones: a) el adjetivo mártir-mártys (testigo, confesor de la fe), 35 veces; b) el sustantivo martyría (testimonio, evidencia), 33 veces; c) el sustantivo martyrion (prueba, alabanza), 20 veces; d) el verbo martyréo (atestiguar, testimoniar), 76 veces, y e) el verbo martyromai (afirmar, llamar como testigo, testificar), 5 veces.

En esta breve disertación se abordará el término desde su significación judeo-cristiana, para lo cual iniciaremos nuestra discusión con una visión misiológica y creacional.

2. Testimonio, creación y misión

Una de las verdades acerca de Dios que debemos comprender muy bien está relacionada con la misión. Y esto es así debido a que todos los actos de Dios en la historia son salvíficos, por lo cual están caracterizados por su gracia, amor, misericordia, bondad y justicia. Dios es un ser misionero quien se encarga de darse a conocer tanto en el universo como en la eternidad. Dios ha actuado, desde la creación del cosmos, de forma misionera y lo seguirá haciendo mientras el universo exista. La misión es un acto de salvación. Así que la gran misión de Dios es salvar y restaurar para sí su creación alienada por el pecado.

Dios desarrolla esa acción misionera a través de mediaciones, es decir, utiliza agentes que se encarguen de llevarla a cabo. En ese acto evangelizador interviene la Trinidad, los ángeles como enviados de Dios para llevar mensajes a hombres específicos y para ejecutar ciertos planes, e interviene de forma decisiva y muy comprometida su pueblo santo.

Proyecto salvífico y creación se imbrican inescindiblemente, ya que el proyecto salvífico involucra la creación, y ésta presupone la misión. En este orden de ideas, la Biblia contempla la creación desde tres perspectivas: como res creatio, como res escatológica y res misiológica. Como res creatio, la presenta como cosa creada por un acto soberano, libre y amoroso de Dios, sin ningún material preexistente; por esa razón, en la teología afirmamos la creatio ex nihilo la cual se refiere a que en el principio de los tiempos y antes del principio de los tiempos sólo existía Dios y fuera de él sólo había inexistencia absoluta.

Cuando hablamos de Dios y creación siempre estaremos frente a una paradoja, la que se alimenta de los límites de la razón humana; esta razón humana no tiene los elementos suficientes para “explicar” los asuntos atinentes a la deidad, ni lo puede hacer dado su carácter extremadamente limitado.

Dios es perfectamente distinguible del mundo creado, pero está unido a él, no de manera simbiótica-inmanente sino desde su providencia (Salmo 104). Dios no es del mundo, ni es el mundo, ni forma parte del mundo, ni el mundo forma parte de él, pero está activo en el mundo y lo sustenta como ser providente. Por tanto, actúa en el mundo, dentro del mundo y fuera del mundo a favor del mundo. Dios actúa de manera natural en el mundo y actúa también de manera sobrenatural en el mundo.

La creación, de acuerdo con la teología paulina, hace visible dos cualidades de Dios: su poder eterno y su deidad. Esto es, la creación transparenta el ser de Dios, por esa razón el Salmo 19:1 dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento proclama la obra de sus manos” (NVI). Los cielos, de acuerdo con este salmo, cumplen con la función de contar la gloria de Dios. El salmista le adjudica una misión específica al espacio sideral: proclamar, a cuantos lo observen, el ser escondido de Dios, a través de la manifestación de su gloria. La gloria de Dios es la manifestación visible del ser escondido de Dios. Habacuc expresa: “Su gloria cubre el cielo, y su alabanza llena la tierra” (3:3b, NVI). En la querella planteada por Yahweh contra el pueblo de Israel, Dios, haciendo uso de una prosopopeya, invoca al cielo (hash-shamayim) y a la tierra (ha-arets) como testigos contra su pueblo (Deuteronomio 4:25–26). En este caso el cielo y la tierra son testigos insobornables que se ponen del lado de la verdad y de la justicia. El firmamento entonces sería una especie de predicador que hablaría a todos los hombres que tanto él como todo lo que está envuelto por él proceden de las manos de Elohim. Así, los cielos y la tierra (el cosmos en su totalidad) son testigos (ed-‘ud) de la existencia, el poder y la majestad divina.

La comprensión teológica de la creación debe ser abordada desde la comprensión del arché (origen) de toda existencia material y desde la perspectiva escatológica, entendida como finalidad de la creación y como la transformación de toda existencia material. De acuerdo con la Carta a los Efesios la finalidad de las finalidades de la creación es la exaltación de la gloria de Dios. Dios nos ha creado para que lo adoremos y nos sometamos a su soberanía. Él nos ha creado para la alabanza de la gloria de la inefable Trinidad. La creación existe por él, en él y para él; y por él será transformada y recreada. Y en este sentido la creación es testigo (ed-‘ud-martyr) de Dios.

Dios como dueño de la tierra (Salmo 24:1–2) nos la entregó en comodato para que la habitáramos responsablemente. Por tanto, vivimos en un planeta ajeno, prestado a la raza humana para que en él cumpliéramos el proyecto histórico y salvífico divino delegado a nuestra especie.

La redención operada por Cristo no solamente tiene aplicación para la raza humana, sino que tiene alcance universal, pues toda la creación se beneficia ampliamente por ella. Esta verdad es ratificada por el Apóstol Pablo en Romanos 8:18–23. El mundo será recreado para la gloria y honra de Dios. Por lo que el Espíritu Santo está haciendo ingentes esfuerzos para llevar a la creación a la perfección decretada por Dios.

Así que la salvación ofrecida por Cristo redimirá también a toda la creación. Esto quiere decir que la naturaleza no sufrirá más los efectos del pecado, y será liberada de la destructibilidad que la caracteriza. Cuando Pablo habla de corrupción de la creación no se refiere al colapso moral, ético y espiritual, sino a la condición de destructibilidad y de deterioro de la naturaleza. Así que la recreación cósmica implicará el perfeccionamiento de la naturaleza. Y de toda esta profunda e impactante verdad hemos sido constituidos testigos de Cristo.

Un asunto más que debo abordar está relacionado con lo siguiente: hay un referente cristológico hierático y sublime en la realidad que evocan los términos testigo y testimonio. Ya Isaías en los poemas del siervo había tratado el asunto. El retoño de la casa de Isaí es constituido testigo ante las naciones de los portentos y del proyecto soteriológico de Yahweh (Is 55:4). Toda la historia de Israel, a partir del éxodo es un poderoso testimonio del proyecto soteriológico de Dios, por esa razón Dios declara al pueblo, como comunidad yavista, precursora del Mesías, testigo suyo (Is 43:10; 44:8). Gran parte de los textos del Nuevo Testamento alusivos a testigo, testificar y testimonio tienen un altísimo componente cristológico: la iglesia es testigo indubitable y fehaciente de Cristo. El mismo Jesús creó su vocación al encomendarle la gran comisión (Mateo 28:18–20; Hechos 1:8). La comunidad de los santos es testigo de Cristo y esparce su testimonio por toda la faz de la tierra.

3. Responsabilidades sociales y políticas

El testigo del Señor Jesús en esta época hodierna tiene la responsabilidad de promover y defender los negocios del rey en diferentes espacios sociales, políticos y económicos. Tiene el deber de intervenir como profeta en contextos donde se generan violencia, exhortando a los victimarios y creando en ellos conciencia de responsabilidad y compromisos sociales para que cesen sus acciones violentas en contra de los desvalidos. Debe intervenir en su condición de profeta para que los diferentes gobiernos protejan a la ciudadanía de actos violentos tanto internos como externos, y se empeñe en la búsqueda del bien común. Debe intervenir para la protección y reivindicación tanto de los derechos alienados como de los bienes expropiados a los sectores vulnerables y que han sido desplazados por la violencia. En estos tres colectivos (victimarios, estados y víctimas), el testigo de Jesucristo, que a la vez es un profeta contemporáneo, debe tener como prioridad máxima proclamar el evangelio del reino que incorpore los elementos aquí mencionados.

Muchas de las iglesias de Cristo en Colombia han trabajado denodada y comprometidamente en estos tres colectivos (estado, víctimas y victimarios) para promover condiciones de justicia, perdón y reconciliación entre las partes conflictuadas. Con esta finalidad, se ha ministrado desde las cárceles, desde organizaciones pro-eclesiales, desde las instituciones teológicas y desde los templos convertidos en santuarios de paz. Se han creado comunidades restaurativas. Se han aprovechado los procesos evangelizadores, los espacios de discipulados y las misiones de misericordia para hacer posible un encuentro reconciliador entre víctimas y victimarios. A la vez se le ha hecho ver al estado colombiano su responsabilidad en la propagación del conflicto, ya fuese por acción o por omisión. En esta realidad conflictiva colombiana la iglesia de Cristo ha sido testigo fehaciente y fiel.

Preguntas para debatir

Lea Salmo 19:1–6.

  1. ¿En qué sentido son los cielos testigos de Dios?
  2. ¿Qué relación existe entre la misión y el testimonio cristiano?
  3. ¿Qué retos le plantea la sociedad contemporánea al testigo de Cristo?
  4. ¿Qué función social y política debe desempeñar los testigos de Cristo en el día de hoy?

Lecturas adicionales

  • Brown, Colin, ed., Dictionary of New Testament Theology. Vol. 3. Grand Rapids, Mich.: Paternoster Press, 1992. 1038–1051.
  • Mosquera, Fernando A. Exposición de Efesios. Bogotá: Asociación Misión Acción Internacional, 2000.
  • Mosquera Brand, Fernando Abilio, and J. C Uhía. Utopía, ética y esperanza: ciudadanía y reino de Dios. Terrassa (Barcelona): Clie, 2007.
  • Snyder, Howard A., and Joel Scandrett. La Salvación de Toda La Creación: La Ecología Del Pecado y La Gracia. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2016.

Notas al pie

[1]Manuel Ossorio, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, (Buenos Aires: Editorial Heliasta, 1999), p 971.

[2] Javier Negrete, Salamina, (Bogotá: Editorial Planeta, 2008), p 11

[3] Javier Negrete, Salamina, p 12.

[4] Everett F Harrison (Ed), Diccionario de Teología, Trad. Humberto Casanova y Guillermo Serrano, (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafíos, 2006), p 607.

[5] Everett F Harrison (Ed), Diccionario de Teología, p 607.

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