Este mes damos la palabra a personas de tres regiones distintas de IFES, para que nos cuenten de primera mano sus ideas sobre la generosidad y las donaciones. El 17 de abril, todos tendremos la oportunidad de participar en el Día Mundial de la Generosidad de IFES. Así pues, preparémonos hoy reflexionando en oración sobre estas perspectivas.  

El primero, un blog de ABUB Brasil, nos asegura que el tema de dar fluye a través de toda la historia bíblica. Es un recordatorio útil de que no hacemos justicia a ningún tema bíblico con unos pocos «textos de prueba». Con su visión positiva, la publicación presenta la generosidad como un atributo de Dios y que estamos llamados a reflejar de todo corazón, en lugar de sentirla como un mandamiento que debemos obedecer de forma fría o mecánica. La experiencia de Ghift dando en IVCF Filipinas muestra cómo puede ser en la práctica. Y el devocional de Kehinde subraya que dar generosamente es algo que debemos aprender a practicar. Así que, escuchémosles. 

Del Génesis al Apocalipsis, qué enseñanzas nos aporta la Palabra del Señor

Josué Penteado 

Este texto forma parte de la campaña «El agradecimiento genera generosidad». Para más información, haga clic aquí.

Cuando hablamos de la generosidad en la Biblia, casi siempre recurrimos a los mismos textos. Nos damos cuenta de que, aunque se trate de un tema importante, solo es uno de los centenares de temas que nos enseñan las Escrituras. Innegablemente, algunos pasajes son más explícitos que otros, en cuanto a nuestro llamamiento a ser generoso. ¿Pero ya se han parado a pensar que también se trataba de un tema central presente prácticamente en todo el relevante relato de la redención? 

Al fin y al cabo, ¿qué dice la Biblia sobre la generosidad? 

Empezando por el relato de la creación, observamos un Dios trinitario, abundante en todas las cosas, que rebosa generosidad al crear un mundo como un regalo, rico en recursos y posibilidades. Adán y Eva no pagaban ni alquiler ni impuestos. Su responsabilidad era de disfrutar de los abundantes recursos que habían recibido y, como personas hechas a imagen y semejanza del Creador, seguir dejando que fluyera el río de la generosidad, «siendo fecundos y propagándose por la Tierra» (Génesis 1:28-30). 

A partir del tremendo relato de la caída, que empieza en el capítulo 3 del Génesis, asistimos precisamente a una negación en cuanto a la vocación humana de ser generoso. Los hombres y las mujeres eligen bloquear el flujo de las donaciones divinas en la creación, negándose a obedecer al Creador. Esta elección es evidente en la historia de Caín y Abel, así como en la Torre de Babel, al vencer los intereses egoístas sobre el deseo de bendecir la tierra y su prójimo, lo que provoca tremendas consecuencias como la muerte y el aislamiento. 

Lo que hemos observado, desde entonces, es la penuria y el miedo que generan un conflicto permanente entre nuestra tendencia a cerrar las manos para proteger nuestros bienes y recursos, a pesar de que el Creador nos pide que confiemos de nuevo en su liberalidad, siendo capaces de compartir y de bendecir de nuevo. En otras palabras, se trata de la historia de Israel, que tenía que vivir en el país de la abundancia, en el que «fluyen la leche y la miel» (Deuteronomio 6:3), pero que se niega a abrir sus manos y a dejar que esta riqueza fluya incluso hacia los oprimidos y los perjudicados de su propio pueblo (Isaías 1-2). 

El propio Dios abre definitivamente el camino del regreso a la generosidad, cuando envía a su hijo Jesús que «se ha hecho pobre para que seamos ricos» (2 Corintios 8-9). Solo aquel que conoce la verdadera fuente de toda riqueza es capaz de ser tan generoso. Esto es lo que ha hecho Cristo para nosotros. Ha vertido tantas bendiciones que es casi imposible no dejarlas rebosar sobre aquellos que, a nuestro alrededor, necesitan lo que ya hemos recibido. 

El relato bíblico termina con una promesa en la que la realidad, todavía parcial, del Reino de Dios se hará física y definitiva: «Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente» (Apocalipsis 22:17, DARBY).  

Entonces, ¿cómo deben vivir aquellos que se consideran como parte de esta relevante historia y que esperan que se cumplan estas promesas? ¿Obstinándose a temer y a protegerse, o confiando en que la bendición es la forma más coherente de vivir en este mundo creado por un Dios bondadoso?  

Intenten este regalo, abran sus manos (y también su cuenta bancaria, su agenda y su corazón) para poder disfrutar del abundante mundo del generoso Creador. 

Por Princess Ebo

Le resultaba difícil precisar el cuándo, en relación al apoyo financiero al ministerio. Pero no le costó nada recordar el por qué. 

Ghift Lyn Bel Sumagaysay, cariñosamente llamada «Jap-jap» por su familia y amigos, es licenciada por la Universidad de Silliman. Es ingeniera civil licenciada y actualmente trabaja para el gobierno local de la ciudad de Dumaguete. Su participación en Inter-Varsity Christian Fellowship  (IVCF) comenzó en el instituto, cuando asistió al campamento regional Sibol. Desde entonces, ha visto la dedicación de sus socios del ministerio que la ayudaron a recaudar fondos para el pasaje y las tasas de inscripción, aliviando inmensamente la carga para ella y sus padres. Sin embargo, no fue hasta que se sumergió de lleno, sirviendo como líder estudiantil y monitora de campamentos, que comprendió la gran necesidad y urgencia de tener donantes y socios. 

«Conocer el coste de mantener las actividades del movimiento, ver el deseo y el empuje de los estudiantes para unirse a estas actividades, y reconocer que el dinero no aparece por sí solo en las manos de los líderes, fueron la forma en que Dios me empujó a destinar una parte de mis ahorros a la IVCF», compartió Ghift. 

Así que dio, pero no dio la calderilla que tenía tras rebuscar en lo más profundo de su bolsillo. Daba a manos llenas, repartiendo voluntariamente una ofrenda a Dios de su baon, a pesar de tener otras necesidades importantes como el pasaje, los proyectos escolares y los tentempiés. 

«Cuando veo que Dios puede utilizar incluso la cantidad más pequeña que sacrifico, y gracias a Su promesa de que Él es mi porción, mi corazón se calma para dar con confianza y alegría», nos dijo. 

Convencida de que «el ministerio es el resultado de nuestra relación con Dios», Ghift sigue comprometida a dar ahora que es una profesional en activo. Desea que «el agradecimiento que el Señor ha inculcado en [ella] a través de quienes la han ayudado antes, también lo sientan los estudiantes y se animen a hacer lo mismo; que el ciclo de dar y agradecer continúe en cada generación de estudiantes y graduados.» 

«Ver las vidas de los estudiantes y graduados cambiadas por Dios, la mía incluida, solo me lleva a la conclusión de que cada peso invertido por Dios vale la pena», dijo Ghift, y añadió: «La plenitud y la alegría que Él sigue cultivando en mi corazón no pueden cambiarse por ninguna otra cosa». 

Por Kehinde Ojo

« Un jour, Élisée passait par le village de Sunem. Une femme riche insista auprès de lui pour qu’il accepte de prendre un repas chez elle. Dès lors, chaque fois qu’il passait par ce village, il s’arrêtait chez elle pour manger. Elle dit à son mari : Je sais que cet homme qui passe toujours chez nous est un saint homme de Dieu. Nous pourrions lui construire une petite chambre sur le toit et y mettre pour lui un lit, une table, une chaise et une lampe. Il pourrait loger là quand il viendra chez nous. » (2 Rois 4.8-10)  

Il n’aurait pas été inhabituel pour un prophète du statut d’Élisée que les gens ne viennent à lui que pour ce qu’ils espéraient obtenir. Ce dont il n’avait peut-être pas l’habitude, c’étaient que les gens fassent preuve de gentillesse et de générosité à son égard, sans rien attendre en retour. C’est exactement ce qui lui est arrivé lors d’un déplacement à Shunem. Lorsque la femme riche l’a invité, il s’est peut-être dit que sa famille avait un problème que l’argent ne pouvait pas résoudre. Ils devaient avoir besoin d’être délivrés, ou d’être guéris d’une maladie qui résistait aux soins médicaux. Ils avaient certainement besoin d’une intervention divine. 

Mais au lieu de demander de l’aide à l’homme de Dieu, cette famille prend l’initiative de mettre ses ressources à sa disposition, en lui offrant un repas après un voyage fatigant. Le fait d’inviter des étrangers à leur table semble être normal pour cette famille ; la femme persuade Élisée de venir manger ! (2 Rois 4.8a) Ouah ! Elle lui propose de partager leur repas, et n’est pas disposée à essuyer un refus. Quelle âme généreuse ! Il semble que le repas était copieux, et l’atmosphère si cordiale que par la suite Élisée reviendra régulièrement manger dans cette maison. Cette femme, en concertation avec son mari, décide alors de faire preuve d’une générosité encore plus grande, en construisant une pièce rien que pour Élisée. Ils sont prêts à libérer leurs ressources pour construire et meubler une chambre pour un homme de Dieu itinérant. Remarquez à quel point ils ont le soin du détail, en prévoyant tout le mobilier essentiel pour garantir un séjour confortable à leur invité (v. 10). 

Il est important de préciser ici que les dons ne sont pas toujours faits avec une motivation pure et sincère. Élisée se disait peut-être que tôt ou tard, cette famille aurait une requête. Et pourtant, à sa grande surprise, ils n’ont d’autre motif que de servir le dessein de Dieu et d’être une bénédiction pour ceux qui viennent chez eux. Lorsque Élisée insiste pour savoir pourquoi ils font preuve d’une telle générosité à son égard, son hôtesse affirme catégoriquement qu’elle et sa famille vivent heureux au sein de leur communauté. Leur générosité est née de leur libre arbitre et d’un désir de servir. Leur générosité est marquée par une incroyable liberté.  

Ils nous rappellent que les individus, les familles ou les institutions doivent donner dans le seul but d’ajouter de la valeur, au lieu de réfléchir à ce qu’ils obtiendront en contrepartie de leur générosité.  

Cette histoire met en évidence un autre principe clé d’une vie généreuse. Ce couple n’a pas pris l’initiative de donner parce que cela lui était demandé. Il semble qu’ils étaient spontanément en quête d’occasions de faire le bien. Cette vertu peut être imitée par chacun d’entre nous, quelle que soit notre culture ou nos circonstances. 

La générosité implique à la fois un engagement du cœur et une implication concrète. Nous sommes appelés à agir en fonction de nos convictions. Dans l’histoire d’Élisée, une famille a pris une initiative et a manifesté sa générosité de manière tangible. Nous sommes appelés à en faire autant – c’est même un privilège.  

Nous vous lançons un défi :  

Priez pour choisir une personne, une famille, une organisation missionnaire ou une bonne cause qui a besoin d’une forme ou d’une autre de soutien, ou d’actes de bienveillance. Cela pourra impliquer de mettre à disposition vos talents, votre temps ou vos finances. Vous pouvez par exemple faire des visites, offrir un cadeau, un service, des conseils et/ou des encouragements, faire un don financier, prier, offrir un repas, etc. Contactez aujourd’hui ces personnes, familles ou organisations en fonction de ce que l’Esprit saint vous montrera, et agissez conformément aux instructions qu’il vous aura données.

Este artículo es una adaptación para IFES de una pieza escrita para el Reto de Generosidad de Siete Días, producido por la MB Foundation. 

Alrededor del mundo existen todo tipo de costumbres a la hora de regalar, como no regalar objetos punzantes, elegir papel de regalo de colores brillantes, utilizar las dos manos al ofrecer el regalo y dar el número «correcto» de flores. Pero, a pesar de estas diferencias, todos reconocemos que dar y recibir regalos es una parte fundamental de la experiencia humana. Las tres perspectivas anteriores nos ayudan a ver la esencia pancultural y espiritual de dar. Vivamos donde vivamos, sean cuales sean las normas de nuestra sociedad, ofrecen un buen consejo para todos: huir de un estilo de vida que insiste en temer y proteger, y confiar, en cambio, en que bendecir es la forma más coherente de vivir en el mundo de nuestro bondadoso Creador; considerar que dar es la consecuencia de nuestra relación con Dios; dar sin otro motivo que servir al propósito de Dios y convertirnos en una bendición para los demás.  

Gracias Josué, Princess y Kehinde por el regalo de vuestros artículos.