Los líderes son los últimos en comer

Reflexiones sobre liderazgo de los estudiantes en América del Norte

Wendy Quay Honeycutt

Traducido del inglés por Laia Martinez

“¿Cómo compararías tus experiencias sobre el liderazgo ‘secular’ en el campus y el liderazgo en la comunidad?” Esta es la pregunta que les hice a ocho líderes estudiantiles de la comunidad cristiana de graduados de InterVarsity Graduate Christian Fellowship (IV Grad) de la Universidad de Stanford, en los Estados Unidos. La mayoría eran candidatos para doctorado y muchos tenían una vasta experiencia en liderazgo tanto en sus departamentos académicos como en sus residencias de estudiantes. Este año, durante nuestro retiro anual, nuestro presidente estudiantil (Jonathan) y yo queríamos tratar el problema con el que se enfrentan nuestros líderes acerca de su incapacidad para la tarea. Teniendo en cuenta el tamaño de nuestra comunidad, somos un equipo pequeño y, siendo su obrera, estoy a punto de cambiar de rol. Para nuestro texto, elegimos Marcos 6:6b–13, 30–44, cuando Jesús envía a los discípulos de dos en dos sin dinero y sin un abrigo de recambio a predicar y sanar, para después alimentar a los cinco mil. Después de estudiar y meditar sobre el pasaje, les pregunté cómo diferían sus experiencias sobre el liderazgo en el campus del liderazgo en la comunidad. Con su permiso, aquí está un pequeño resumen de nuestra conversación.

Métodos

Los estudiantes observaron que tanto en el ámbito de liderazgo cristiano como secular, se habían adoptado métodos propios del otro. En ambos casos, un grupo de personas se reúnen con un objetivo común y la tarea del líder es que alcancen ese objetivo. La pregunta es, ¿cómo lo consigue? ¿Qué métodos puede emplear un líder para movilizar a su equipo?

Uno de nuestros líderes con más experiencia explicó que la capacitación para el liderazgo en el campus se centra en el conocimiento propio. Si te conoces a ti mismo lo suficiente (tu estilo, centro y propósito) y, de forma parecida, conoces estas cosas sobre los de tu equipo lo suficiente, entonces el buen liderazgo es aquel que reconcilia y aprovecha estas similitudes y diferencias. Y si, además tienes una buena dosis de carisma para inspirar a los demás, todavía mejor.

En los círculos cristianos, hacemos lo mismo. Usamos los tests de personalidad Myers-Briggs y herramientas de análisis SWOT. Durante nuestro retiro, habíamos realizado una evaluación de los dones espirituales y la usamos como si fuera un inventario. Los discípulos que recibieron la orden de Jesús encontraron cinco panes y dos peces. Nosotros teníamos ocho personas, la mayoría introvertidos, con una mezcla de dones de ayuda, liderazgo, administración y evangelización. ¿Cómo podíamos aprovechar estos recursos para conseguir un resultado óptimo?

Sin embargo, el intercambio de métodos funcionaba en ambos sentidos. Los estudiantes observaron que el término “liderazgo de servicio” es una frase común en la capacitación en el campus, al igual que “los líderes son los últimos en comer”.

¿El objetivo de quién?

La diferencia principal entre el liderazgo secular y el liderazgo cristiano es de quién es el objetivo que quieren alcanzar los líderes. En el campus, la motivación perfectamente aceptable para estas prácticas de liderazgo es conseguir tu objetivo. Es un paradigma transaccional. Tal y como lo expresó un líder, se habla del liderazgo abnegado, pero se lleva a cabo solo para conseguir el objetivo de uno mismo. Todo está centrado en la productividad y el objetivo.

Todavía impregnados del milagro de Jesús alimentando a los cinco mil, observamos que, en el liderazgo cristiano, jamás llegamos a ver el objetivo en su totalidad. La gloria del reino de Dios va más allá de nuestro entendimiento. Como discípulos, lo único que tenemos claro es que Jesús nos ofrece nuestra porción de pan y peces para darla al grupo que Él nos ha asignado. Durante el tiempo que dedicamos analizando este pasaje, sentimos la inmensidad abrumadora de la visión, a la vez que la necesidad de centrarnos en la tarea que se nos ha encomendado y las personas que tenemos a mano. Nos dimos cuenta de la tensión entre ambas sensaciones, pero también vimos su potencial.

Por un momento, pudimos entrever que, a pesar de que los cristianos podían ser llamados a cosas muy diferentes, como dar pan y peces a grupos de personas muy diferentes, seguían unidos en Cristo. Nos dimos cuenta de que todos tenemos una gran libertad para ser fieles a lo que somos llamados a hacer y, al mismo tiempo, animar a otros que están llevando a cabo lo que ellos fueron llamados a hacer.

Concluímos que la diferencia entre el liderazgo cristiano y el secular está en la presencia y el señorío reconocidos de Cristo. Por ello, reconocimos que nuestra unidad se basa en Cristo, y no en el objetivo o la tarea a realizar. Esto nos ayudó a empezar a entender los diferentes grupos cristianos en el campus y, más pertinentemente, aquellos estudiantes graduados que eligen no unirse a nosotros para participar en un grupo pequeño de una iglesia o unirse a otra comunidad.

Poder y debilidad

Así, no fue un paso muy grande para nosotros ver que Cristo nos guía hacia unas nociones de poder y debilidad que distan radicalmente de lo que podríamos aprender y experimentar en aquellos ámbitos gobernados según prioridades seculares. Nos impactó lo poco preparados que estaban los discípulos cuando Jesús los llamó, así como el hecho de que los discípulos tuvieran que hacer un inventario, organizar a las personas en grupos y limpiar al final del día. ¡No hace falta que seamos genios! Y, aun así, todos fueron alimentados y saciados. A medida que nos sentimos llamados a ser fieles y obedientes en vez de tener una habilidad o un talento concretos, nos dimos cuenta de que teníamos que dejar de buscar el poder y asumir la dependencia. Esto no es algo fácil para los graduados de una universidad americana de prestigio, donde el principal objetivo de los estudiantes es llenar su currículum con credenciales impresionantes.

Lo ideal y lo real

Sin embargo, también reconocimos el vacío entre el idea que habíamos visto en nuestro pasaje de las Escrituras y la realidad que experimentábamos y vivíamos en el campus, tanto en nuestra comunidad cristiana como fuera de ella. En cuanto a nuestras comunidades, hablamos sobre el problema de sentirnos merecedores del liderazgo. En el campus, a todos los estudiantes se les permite liderar e, incluso, se les anima a ello. En las universidades públicas de los Estados Unidos, las asociaciones de estudiantes están regidas por una política de “dar la bienvenida a todos”: tienen que permitir el acceso de todos los estudiantes, no solo a la membresía sino también al liderazgo. Ninguna asociación puede restringir el acceso al liderazgo basándose en una lista de calificaciones.

En el campus, y en especial para los estudiantes de licenciatura, tener un papel de líder en una asociación de estudiantes no solo es un añadido en tu hoja de vida, sino que es una señal de que has alcanzado algún tipo de cumbre en tu experiencia como estudiante, además de abrirte las puertas a una intensa experiencia de comunidad como resultado de estar tan involucrado en ella. Tener acceso al liderazgo es un derecho de todos los estudiantes. En cambio, nuestra meditación sobre nuestro pasaje nos mostró algo totalmente diferente sobre el liderazgo. En Marcos 6, liderar es avanzar por lugares aterradores sin estar lo suficientemente preparado, correr el riesgo de ser rechazado, continuar sirviendo cuando estás cansado y, sobre todo, obedecer a Jesús.

Sin embargo, los paradigmas seculares pueden gobernar en nuestras comunidades cristianas. Un estudiante nos explicó que le había sorprendido el hecho de que una de nuestras líderes hubiese renunciado a su puesto como líder por voluntad propia y sin que hubiera ningún escándalo, solo porque se sentía llamada a hacer otras cosas. Este estudiante jamás había visto algo así durante sus años como miembro de una comunidad en el campus, ya que, por lo general, cuando consigues ser líder, te quedas allí, en la cima. Todos nosotros confesamos que nos sentíamos merecedores de ciertos privilegios por el hecho de ser líderes: gratitud, reconocimiento y ver resultados a causa de nuestro liderazgo. ¿Quién de nosotros no ha sentido lo mismo?

Conclusión

Liderar como seguidores de Cristo implica liderar de manera distinta. Se trata de liderar con dependencia, ofreciendo el pan que nos ha dado Jesús a aquellas personas que Él ha puesto en nuestro camino, tanto si nos sentimos preparados o no y tanto si producimos resultados o no. Para estos líderes estudiantiles, el reto será depender de Jesús, no solo ahora, sino todo el año, liderar en la moral, las relaciones y, técnicamente, tanto en IV Grad como en sus laboratorios, departamentos y otros contextos del campus.

Preguntas para debatir

Lee Marcos 6:6b–13, 30–44.

  • ¿Cuál es la fuente de tu fuerza, poder o influencia en tu liderazgo?
  • ¿Cómo defines el éxito en tu liderazgo?
  • Lee el pasaje y, en oración, imagina, o bien la escena en la que salen los discípulos, o bien cuando Jesús alimenta a los cinco mil. Imagínate la escena detalladamente: el tiempo, la luz, el paisaje, los sonidos, los olores, la gente. ¿Dónde está Jesús en la escena? ¿Dónde estás tú? Presenta estas dos observaciones a Dios, en oración.

Lecturas adicionales

  • Nouwen, Henri J. M. En el nombre de Jesús: Un nuevo modelo de responsable de la comunidad cristiana. Madrid: PPC, 1997.
Todos los artículos de Palabra y Mundo