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Cuando los estudiantes sienten hambre

El coste de la obra pionera en África del Norte

Karim* entró en la pequeña sala. Hacía frío. Siete estudiantes se sentaban en el suelo. No había sillas ni muebles. No se los podían permitir. Todo el dinero de las becas se había gastado en pagar el alquiler de la sala. Algunos sobrevivían a base de pan y agua. Con todo, los estudiantes querían hacer ese sacrificio. Ese era el lugar en que podían reunirse con seguridad para estudiar la Biblia.

Karim, obrero de IFES en Medio Oriente y África del Norte, visitó esa ciudad musulmana remota para ver a los amigos de Asafu*, uno de los estudiantes. Se habían conocido siete meses atrás en el congreso del movimiento nacional de IFES. Esta es la historia de Karim y Asafu.

El sueño de Asafu

Asafu se había mudado de África subsahariana a una gran ciudad musulmana del norte de África unos años atrás para estudiar. La vida era diferente, pero no muy complicada. Ya había una buena comunidad cristiana allí, formada principalmente por estudiantes internacionales. Pero Asafu oyó sobre otra ciudad de otro lugar del país. Era mucho más remota y no había presencia cristiana. «Quizá podría ir allí y comenzar una comunidad estudiantil», pensó.

Y así lo hizo. Se fue a cientos de kilómetros de su amigo cristiano más cercano para iniciar algo nuevo. Pero la mudanza fue más dura de lo que imaginaba y el desaliento acechaba. Asistió algo triste a la conferencia estudiantil nacional de IFES.

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El punto de inflexión

Y en esa conferencia las cosas empezaron a cambiar para Asafu. Conoció a Karim y a otros hermanos y hermanas que le escucharon, oraron por él y lo animaron. Al cabo de unos días juntos, Asafu volvió a la ciudad remota con la esperanza creciendo una vez más. Karim se comprometió a visitarlo a finales de año.

Para él, fue muy alentador ver a Asafu quedando cada semana con seis otros estudiantes cristianos. Movido por el sacrificio y la necesidad de estos estudiantes, Karim y la región de Medio Oriente y África del Norte decidió comprarles sillas, mesas y algunas estanterías para libros.

Crecimiento milagroso

Cinco meses más tarde, Karim volvió para visitar a Asafu. Hasta hoy, el grupo había crecido a 15. La mayoría eran estudiantes internacionales. Algunos de contexto cristiano nominal abrazaron la fe a través del grupo. ¡Tras un par de años, el grupo creció a 30! Ya no cabían en esa sala y tuvieron que alquilar un apartamento.

Hoy hay un ministerio estudiantil creciente en esa remota ciudad, con unos 60 estudiantes. El grupo además ha ayudado a reabrir el local de una iglesia, que ahora tiene un pastor y cultos semanales.

*No son sus nombres reales.


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