La violencia de los hombres contra las mujeres en el campus

Percepciones para las universidades de hoy a partir de la historia de Tamar

Jamila Koshy

Traducido del inglés por Laia Martínez

La campaña de #MeToo (#yotambién) llevó a mujeres de todas las naciones y edades a hacer públicas las agresiones que han sufrido. Las mujeres en las universidades no estuvieron exentas. En el campus ocurren diferentes tipos de agresión y violencia sexual entre los estudiantes, la mayoría cometidas por hombres hacia las mujeres y, a veces, hacia otros hombres. Existen muchos ejemplos: Brock Turner en los Estados Unidos, quien agredió sexualmente a una mujer mientras estaba semiconsciente [1] y M. Akash en Chennai, India, quien acechó a su compañera de clase durante años hasta que le prendió fuego.[2]

En los campus de la India, los estudiantes varones a menudo se reúnen para acosar a las mujeres y hacer comentarios cuando ellas pasan por delante, una actividad que, según algunos, es inofensivo, pero que refleja las mismas actitudes que llevan a la violencia física y sexual. Muchas mujeres denuncian haber sido tocadas indebidamente en las universidades. Esto sucede a menudo en fiestas o en eventos como el Holi, el festival de la primavera celebrado con alegría y color en el norte de India. Desgraciadamente, la cara oculta de la fiesta y la diversión es la frecuente violencia sexual que sufren las mujeres en estos acontecimientos. A veces, los miembros de la facultad también se convierten en acosadores, tocando a las alumnas indebidamente y pidiéndoles favores. Las agresiones y la violencia física por parte de los novios es un problema aquí como en cualquier otro lugar, siendo la razón dada más a menudo que los hombres sienten que no son respetados u obedecidos. La violencia también puede escalar hasta convertirse en violaciones, violaciones en grupo, asesinatos, quemas o desfiguraciones con ácido. La violencia por parte del estado tampoco es inusual. Algunas alumnas de Banaras Hindu University en el estado de Uttar Pradesh, en India, fueron recientemente apaleadas por policías que habían sido enviados para “controlar” las manifestaciones de mujeres. Irónicamente, las manifestaciones se estaban llevando a cabo para exigir el fin de la violencia en los campus, más luz en las calles y mejores medidas de seguridad.[3]

Entender a los hombres, a las mujeres y la violencia: la historia de Tamar

Esta historia, que encontramos en 2 Samuel 13, no es muy agradable. Si la leemos entera, podemos entender cómo y por qué algunas sociedades generan y funcionan según unas actitudes hacia los hombres y las mujeres que predisponen a las personas, y especialmente a los hombres, a la violencia y al sexismo.

1 … Absalón hijo de David tenía una hermana muy bella, que se llamaba Tamar; y Amnón, otro hijo de David, se enamoró de ella. 2 Pero, como Tamar era virgen, Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana. 3 Sin embargo, Amnón tenía un amigo muy astuto, que se llamaba Jonadab, y que era hijo de Simá y sobrino de David. 4 Jonadab le preguntó a Amnón:
―¿Cómo es que tú, todo un príncipe, te ves cada día peor? ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa?
―Es que estoy muy enamorado de mi hermana Tamar — respondió Amnón.
5 Jonadab le sugirió:
―Acuéstate y finge que estás enfermo. Cuando tu padre vaya a verte, dile: “Por favor, que venga mi hermana Tamar a darme de comer. Quisiera verla preparar la comida aquí mismo, y que ella me la sirva”.
6 Así que Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Y, cuando el rey fue a verlo, Amnón le dijo:
―Por favor, que venga mi hermana Tamar a prepararme aquí mismo dos tortas, y que me las sirva.
7 David envió un mensajero a la casa de Tamar, para que le diera este recado: «Ve a casa de tu hermano Amnón, y prepárale la comida». 8 Tamar fue a casa de su hermano Amnón y lo encontró acostado. Tomó harina, la amasó, preparó las tortas allí mismo, y las coció. 9 Luego tomó la sartén para servirle, pero Amnón se negó a comer y ordenó:
―¡Fuera de aquí todos!
Una vez que todos salieron, 10 Amnón le dijo a Tamar:
―Trae la comida a mi habitación, y dame de comer tú misma.
Ella tomó las tortas que había preparado y se las llevó a su hermano Amnón a la habitación, 11 pero, cuando se le acercó para darle de comer, él la agarró por la fuerza y le dijo:
―¡Ven, hermanita; acuéstate conmigo!
12 Pero ella exclamó:
―¡No, hermano mío! No me humilles, que esto no se hace en Israel. ¡No cometas esta infamia! 13 ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? ¿Y qué sería de ti? ¡Serías visto en Israel como un depravado! Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa.
14 Pero Amnón no le hizo caso, sino que, aprovechándose de su fuerza, se acostó con ella y la violó. 15 Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido. Así que le dijo:
―¡Levántate y vete!
16 ―¡No me eches de aquí! — replicó ella — . Después de lo que has hecho conmigo, ¡echarme de aquí sería una maldad aun más terrible!
Pero él no le hizo caso, 17 sino que llamó a su criado y le ordenó:
―¡Echa de aquí a esta mujer y cierra la puerta!
18 Así que el criado la echó de la casa, y luego cerró bien la puerta.

Tamar llevaba puesta una túnica muy elegante, pues así se vestían las princesas vírgenes. 19 Al salir, se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica y, llevándose las manos a la cabeza, se fue por el camino llorando a gritos. 20 Entonces su hermano Absalón le dijo:
―¡Así que tu hermano Amnón ha estado contigo! Pues bien, hermana mía, cálmate y no digas nada. Toma en cuenta que es tu hermano.
Desolada, Tamar se quedó a vivir en casa de su hermano Absalón. 21 El rey David, al enterarse de todo lo que había pasado, se enfureció. 22 Absalón, por su parte, no le dirigía la palabra a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar.

Este episodio sucede en una atmósfera patriarcal, donde los hombres y la línea masculina dominan el poder y la vida pública y privada. Las mujeres son complementos de la historia masculina. 2 Samuel trata de David, y la historia de Tamar solo es importante porque explica las interacciones de David con sus hijos, y herederos. Tamar ni siquiera es llamada hija de David y no se menciona a su madre Maaca, princesa de Gesur. Se dice que era la “hermana bella de Absalón”, un detalle vital para la historia. Si hubiera sido una esclava la que hubiese sido violada por Amnón, a lo mejor su historia nunca habría sido narrada. Las sociedades patriarcales tienden a silenciar las historias de las mujeres, excepto cuando tienen que ver con hombres. Detente y piensa: ¿cuántas historias o películas se centran en historias de mujeres? ¿Cuántas mujeres han sido agredidas en tu campus y, aunque no hablen abiertamente de ello, compartieron un #yotambién que te sorprendió?

Las personas involucradas en la historia han absorbido muchas de las mismas actitudes patriarcales. Está permitido que la mujer cargue con la vergüenza del comportamiento vergonzoso de un hombre, mientras que todos los hombres (el violador, el amigo del violador, los siervos del violador, el rey, la sociedad e, incluso, el hermano protector) conspiran juntos para mantener el silencio sobre todo ello y dejar que el agresor quede impune.

Consideremos a Amnón, el hermano y príncipe violador. Amnón ha normalizado y excusado en su corazón su lujuria por Tamar, animado por su amigo. Ha ignorado los posibles sentimientos de ella y su rechazo probable y se ha sentido con el derecho de hacerse con ella y violarla, siendo este derecho suficiente como para pasar por alto sus sentimientos como hermano, las inhibiciones sociales o la responsabilidad como hijo del rey. Probablemente se da cuenta de la gravedad de su crimen una vez ya la ha violado, cuando ya es demasiado tarde. Tal y como muchos otros lo han hecho antes y después de él, Amnón vuelve su repulsión, odio y culpa hacia ella, “esta mujer”, la seductora a quien ya no le apetece nombrar, y la echa de su casa. Esto nos hace recordar los numerosos casos de acoso sexual en el mundo de hoy. Es sabido que el director Alfred Hitchcock agredió sexualmente a la actriz Tippi Hedren y cuando ella lo rechazó, él la amenazó con arruinar su carrera profesional. Después de esto, él solo la llamaría como “la chica”.

Jonadab, el sobrino de David, es el arquetípico compinche que anima a Amnón a no ser un amante demacrado, por lo que sugiere un plan para conseguir su objetivo de acostarse con Tamar. Él también legitima el deseo masculino a la vez que ignora por completo la posible respuesta y sentimientos de la mujer. Quizás un amigo y consejero mejor habría señalado lo que Tamar señala más tarde: una cosa tan malvada y necia jamás debería haber sucedido en Israel. Tanto aquí como en su conversación con David más tarde, Jonadab se nos presenta como un lisonjero que sería capaz de pasar por alto lo que fuera para conseguir lo que desea. Este comportamiento es visto aún demasiado a menudo en las universidades, donde amantes abandonados tienen amigos que los animan a ser violentos, o en tantos hombres y mujeres que consciente o inconscientemente hicieron posible que personas como Harvey Weinstein o el famoso ecologista indio R K Pachauri acosaran a varias mujeres jóvenes y vulnerables, becarias y futuras estrellas.

Quizás lo más decepcionante de todo es el papel que desempeña David mismo, el rey poderoso, el hombre que amaba e intentaba agradar a Dios. Ama a Amnón, su primogénito. Cuando Amnón le pide que Tamar vaya a cocinar para él, David la llama inmediatamente. Cuando descubre la violación, se siente furioso pero no hace nada. Ni castiga ni reprende a Amnón por su engaño, su crimen, su crueldad. No provee ninguna justicia o audiencia para su hija, que está desolada en casa de Absalón. David quiere evitar el escándalo de que se conozca que el heredero del trono es un violador. Es posible que el silencio también beneficiara a David, pues un escándalo sexual público habría vuelto a exponer sus antiguos pecados sexuales. ¿Cuántos profesores, decanos, celadores de hostal y otros con autoridad en las facultades guardan silencio sobre el acoso sexual y dejan que los acosadores sigan libres para que la institución, sus amigos culpables o ellos mismos no sean desenmascarados?

Absalón está enojado, pero es interesante ver que él también permanece callado. El violador es su hermano y la familia no debería ser desprestigiada, así que temporalmente se une al bando que protege al violador. Absalón está enojado, sí, pero no parece ser a causa de lo sucedido a Tamar, sino más bien porque han insultado su honor: que él, el hermano y protector de Tamar ha sido incapaz de impedir la violación. Absalón odia a Amnón por lo que ha hecho no a una mujer inocente sino a su hermana. En otras palabras, para Absalón, esta es una cuestión de hombres. Realmente no quiere tener nada que ver con los sentimientos de Tamar. ¿Reaccionamos de la misma manera cuando se trata de mujeres que están a nuestro cuidado? ¿Estamos más afectados por el golpe a nuestro orgullo, al honor familiar o a la institución que por el sufrimiento de la víctima? ¿Intentamos encubrir y manejar las cosas por nuestra cuenta para salvar la institución?

Un joven del que no sabemos el nombre, el criado de Amnón, también es cómplice de la injusticia. Es evidente que él no tiene mucho poder y que no puede expresar su humanidad, es decir, si está de acuerdo o no con el crimen cometido. No cuestiona ni protesta sobre el decreto del hijo del rey. Puede que sintiera algo, pero no demuestra ninguna compasión por la mujer ofendida y hace lo que se le ordena: “La mujer” es echada. El criado se muerde la lengua y desaparece. Hay muchas personas en el campus que también son espectadores. Ven, hacen lo que deben para encubrirlo y se niegan a ser nombrados o a hablar de ello.

¿Y Tamar? Es probable que Tamar amase y admirase a Amnón, el hermano mayor de la familia. Cuando Amnón le pide que se acueste con él, ella lo rechaza al instante y, quizás en un intento desesperado de salvarse, intenta convencerlo de que su padre permitiría el matrimonio entre ambos. El relato nos cuenta que Tamar también lo resiste físicamente pero no consigue evitar que Amnón la viole. Cuando él pasa del “amor” al odio y le pide que se vaya, ella es, de nuevo, más sabia y le dice que echándola, pretendiendo que la violación nunca ocurrió, solo agravará el daño que ya le ha hecho. Una vez más, Amnón, en su arrogancia de varón y príncipe, no la escucha y, con cobardía, hace que su criado la eche afuera.

Tamar ni se queda en silencio ni sigue el “camino de la vergüenza”, sino que se rasga la túnica, se echa ceniza en la cabeza y se va llorando a gritos, anunciado a todo aquel que quiera escuchar que su virginidad y honor han sido violados sin su consentimiento.

Lo hace público, y hace ruido. Nadie la quiere escuchar. Su protesta pública es ignorada. Nadie se atreve a intervenir. Su padre está furioso pero la defrauda. No le dice nada ni a ella ni a su amado heredero Amnón. Su propio hermano le pide que se calme y no diga nada. Es muy probable que la desolación de Tamar fuera causada por la indiferencia ante su clamor por la justicia.

¿Qué nos dice la historia de Tamar sobre la violencia de los hombres hacia las mujeres?

Todos los hombres están involucrados en la jerarquía y en la estructura de poder, por lo que les va bien que las cosas se queden como están. David es rey, Amnón es príncipe, Absalón ocupa el segundo lugar en la línea de sucesión, Jonadab obedece a los que están en el poder y el criado anónimo ocupa un lugar bajo en la jerarquía. Todos tienen un interés personal en conservarla y Tamar, la mujer, no ocupa ningún lugar ni tiene poder alguno en ella. Cuando es violada y silenciada, no tiene opciones o métodos para protestar. Desgraciadamente, esto aún ocurre hoy en día. Las estructuras de poder en las universidades y otros espacios de hoy aún son patriarcales, dominados por hombres (y, a veces, por alguna mujer) impregnados de ideas patriarcales y, a menudo, las mujeres no tienen poder alguno. Hay pocas universidades que tengan mujeres fuertes e independientes en su administración o que constituyan el 50% del personal y que denuncien la humillación de las víctimas o el silencio. Las reglas y los métodos restan poder a las mujeres. A menudo, la policía y los sistemas judiciales hacen lo mismo. En algunos lugares, las mujeres estudiantes superan en número a los hombres pero la balanza del poder aún se decanta por el lado masculino, tanto en cuanto al sistema como a las relaciones personales.

Los hombres del Antiguo Testamento involucrados aceptan la consumación del deseo masculino sin el consentimiento de la mujer como un derecho del hombre (Amnón), como algo normal (Jonadab y el criado), como algo inapropiado pero trivial (David, ignorando con sus acciones el hecho a pesar de estar enojado), o como algo que está mal porque se ha violado su propio honor (Absalón). Ello proviene de la misma idea patriarcal del privilegio masculino que aún existe y aún menosprecia e ignora el “no” de la mujer de hoy, así como Amnón ignoró el “no” de Tamar. Raramente los hombres y chicos reciben formación sobre el comportamiento sexual responsable, incluyendo el área vital de asegurarse de que el consentimiento para tener sexo es mutuo, tanto si están en casa como en la facultad y tanto si ambos se han encontrado por casualidad como si tienen una relación estable, incluso si están casados. Cada ser humano tiene el derecho de rechazar, y esto debería ser respetado.

La consecuencia es culpar a la mujer por la violencia del hombre, así como Amnón intenta culpar a Tamar. Incluso las mujeres que han crecido bajo estas ideas patriarcales reaccionan ante el acoso sexual preguntando qué ropa llevaba la mujer, si había bebido o si era muy tarde. Es como si por el simple hecho de estar ahí, la mujer hubiese contribuido a la situación y casi hubiera dado su consentimiento implícitamente. Un consentimiento expreso por parte de la mujer no es visto como algo necesario. Un cristiano al que conozco me dijo una vez que Tamar no tendría que haber ido a la habitación de Amnón, insinuando que yendo allí “se lo estaba buscando”. A ojos de muchos, las mujeres que beben o van a las celebraciones de Holi mientras están en la universidad también se lo están buscando. El deseo masculino es normalizado y la responsabilidad masculina de sus propias acciones inmorales es ignorada.

La violencia de los hombres contra las mujeres es silenciada, marginalizada y neutralizada. Si los hombres agreden a las mujeres de alguna forma, los demás hombres (y, a veces, algunas mujeres) aún se reúnen para silenciar las protestas de la mujer. Incluso si la acción fue moralmente censurable, o si la violación o agresión física fue cometida por un novio o la policía, existe un acuerdo general de que ni es necesario ni vale la pena hacerlo público. “Cállate”, aún se les dice a las mujeres, al igual que a Tamar. Después de todo es tu novio, o tu profesor, o tu amigo. Tiene poder. ¿Que puedes hacer tú? ¿De qué sirve hacer un espectáculo? No te lo tomes tan a pecho.

Una manera interesante en que el privilegio masculino se materializa inconscientemente y el asunto es arrinconado y neutralizado es la forma en que las violaciones o el acoso sexual, a menudo, son denunciadas. El género masculino rara vez es mencionado por su violencia. En los titulares leemos “Una mujer ha sido violada”, en vez de “Un hombre (o un grupo de hombres) han violado a una mujer”. O “La violencia contra las mujeres” en vez de “La violencia de los hombres contra las mujeres”. A veces, esto resulta en situaciones absurdas como el artículo sobre violaciones o acoso que aparece en revistas de mujeres. Una vez más, se intenta decir a las mujeres que este es su problema y que son ellas quienes deben evitar ser acosadas o violadas. En cambio, se intenta distanciar a los hombres del asunto. Los hombres no tienen que leerlo y no lo interiorizan ni lo ven como su problema. Una vez más, no tienen que rendir cuentas.

Todos están de acuerdo en que el suceso debería olvidarse. De manera muy reveladora, la ira de Amnón se vuelve contra Tamar, por lo que quiere deshacerse de ella y olvidar lo sucedido. El criado y Jonadab han llevado a cabo su pequeña aunque vergonzosa parte del drama. Evidentemente, David quiere hacer ver que nunca sucedió. Absalón tampoco quiere tener una conversación emocional con Tamar ni que sus sentimientos se hagan públicos. Todos conspiran para hacer callar a Tamar. Y esto también sucede hoy en día. Muchas mujeres relatan la misma historia después de haber sido agredidas sexualmente. Intentan denunciarlo y sus profesores, amigos, la policía y sus padres las convencen para que no lo hagan. Es mucho más cómodo para todos olvidar lo que ha pasado. Hablar de estos temas es demasiado engorroso.

La tendencia general de olvidar este suceso incómodo y hacer callar a Tamar continúa. Salvo algunas teólogas feministas y grupos como la Campaña Tamar, el cristianismo popular no habla de estos asuntos.[4] De hecho, una simple prueba con Google nos muestra qué pocos predicadores famosos, blogueros y eruditos han escrito o predicado alguna vez sobre este relato. ¿Alguno de mis lectores ha escuchado nunca un sermón sobre este pasaje o ha realizado un estudio bíblico sobre él? Espero que con la creciente atención actual sobre el acoso sexual, la importancia de tener presente a Tamar en la discusión quede clara.

El corolario del silencio es, evidentemente, que el acosador queda sin rendir cuentas. La conspiración del silencio lleva a una conspiración de la injusticia. El criminal no es castigado y la justicia no es cumplida. No todos aprueban la acción: ciertamente David no lo hace y, a lo mejor, el criado tampoco. Pero castigar a Amnón es otra cosa. David prefiere que las verdades incómodas no salgan a la luz. La injusticia resultó, claro está, en una tragedia mayor. ¿Cuántos acosadores pasean por las calles de cada ciudad del mundo gracias a esta conspiración del silencio y la injusticia? Las estadísticas nos muestran que en países como Sudáfrica, tres de cada cinco hombres aseguran haber pegado o amenazado a una mujer con violencia o forzado a una mujer a tener sexo con ellos. No están bajo rejas, sino que han quedado libres de sus crímenes. Existe una espiral letal de más y más silencio a la vez que los culpables del pecado sexual, como David, están cada vez menos dispuestos a sacar a la luz los pecados sexuales de otros, pues si lo hicieran también se condenarían a ellos mismos. Así, los pecados son enterrados, tanto en la sociedad como en nuestras mentes. La podredumbre de nuestras almas y sociedades es muy profunda.

Tamar misma es deshumanizada; no es el centro de la preocupación de los hombres importantes de la historia. No es vista como el ser humano ofendido que tiene el derecho de pedir justicia. Su cuerpo es el vehículo para el honor de la familia y el honor personal de los hombres a su alrededor. Tamar es secundaria. Se le roba su humanidad. Y esto, también, aún sucede en la actualidad. La víctima de Brock Turner ni siquiera fue mencionada en las muchas cartas que se escribieron pidiendo clemencia para el estudiante de Stanford, hallado en el momento en que estaba violando a una mujer que estaba inconsciente. Todo era sobre él, lo dulce y bueno que era, que era un excelente nadador, y lo mucho que estaba sufriendo. Ni una sola persona mencionó a la mujer o mostró estar afligida por lo que ella tuvo que pasar por culpa de su protegido.

La historia de Tamar también nos muestra que es posible protestar y hablar sobre la violencia, tanto cuando está sucediendo como después, como lo hizo Tamar. Además, también señala una enfermedad más profunda, la infravaloración sistémica de la mujer y el otorgamiento indiscutible del privilegio masculino, ambos representados en la orgullosa mente de violador de Amnón y que, con el apoyo y el silencio de muchos, permitieron que se saliese con la suya. Nada de ello agrada a Dios y, como estudiantes de la Palabra, tenemos el reto de enfrentarnos a estos prejuicios de género profundamente arraigados en nuestras mentes y vidas. ¿Cuándo hemos pecado e ignorado el “no” de una mujer, aplicando inconscientemente el privilegio masculino? ¿Cuándo hemos infravalorado y permitido el pecado sexual? ¿Cuándo hemos seguido los sistemas patriarcales y sexistas porque era demasiado difícil levantarnos y alzar nuestra voz? Somos llamados a presentar el mismo reto a nuestros familiares, iglesias y sociedades.

Así pues, ¿qué podemos hacer los cristianos?

En este mundo violento, sexista y patriarcal, ¿cómo podemos los cristianos propiciar el cambio?

Podemos enseñar y demostrar la igualdad y la armonía entre hombres y mujeres. Podemos reconocer a las mujeres como seres humanos completos, con poder de decisión, emociones y mentes que deben ser respetadas. Podemos demostrar en nuestra vida diaria que hombres y mujeres pueden ser amigos y compañeros en el hogar, en el trabajo y en la sociedad.

Tanto hombres como muchachos jóvenes deben recibir formación para desaprender lo que aprenden del mundo, que los hombres son superiores y las mujeres son sus subordinadas, que las mujeres existen para satisfacer los deseos de los hombres, que las mujeres son el “otro” y que la femineidad es algo que temer y detestar. Deben aprender a tratar a las mujeres de la misma forma que su Señor: Jesús se sentía cómodo entre mujeres, las aceptaba y era amable con ellas.

Los hombres y muchachos cristianos deben tratar el tema de la fuerza y la violencia, desaprender lo que el mundo les enseña constantemente, como la normalización y la glorificación de la violencia que aparece en los medios de comunicación y en los modelos a seguir. Deben cuestionar la violencia e interiorizar que el debate y la persuasión son las opciones correctas para los seguidores de Cristo en todas las situaciones. Por su parte, ellos deberán demostrarlo y enseñarlo a los otros hombres del campus.

Las mujeres deben aprender a ser más asertivas. Como Tamar, necesitan pedir justicia y quizás perseverar (incluso cuando encuentren oposición) para no dar paso a la desolación o la ira, sino continuar trabajando para traer paz, justicia e igualdad.

El hombre debería ser claramente el responsable de la violación o el acoso que haya cometido. Tanto las mujeres como los hombres deben dejar de avergonzar y culpar a la víctima. Lo que la mujer llevaba puesto, dónde estaba, con quién estaba o cuánto bebió no da permiso a ningún hombre a tocarla sin su consentimiento. Debemos proclamar esto con firmeza y poner la responsabilidad donde debe estar.

Debemos caminar junto a las víctimas de agresiones y violencia sexual, apoyarlas mientras procesan sus sentimientos confusos, ofrecer consuelo, ayudarlas con detalles físicos, darles la oportunidad de emprender acciones contra su acosador y ayudarlas si deciden hacerlo, ya sea mediante un comité universitario, la policía o una acción legal. Estos son temas muy complicados y es importante formar a más personas para que puedan ayudar a estas mujeres.

También debemos trabajar con los autores de las violaciones y el acoso. Estos hombres también necesitan escuchar del amor transformador de Cristo. Necesitan procesar sus mentes, intentar entender por qué trataron a las mujeres como lo hicieron y qué necesitan cambiar e, incluso, rectificar. Esta es una área de la que casi no se habla, pero con una necesidad enorme en todo el mundo.

Que todos los hombres y mujeres cristianos podamos ser sal y luz en nuestras sociedades y campus rotos, sexistas y violentos a medida que rompemos el silencio que prevalece sobre estos temas. Que los hombres se arrepientan y cambien y que las mujeres sean más asertivas y puedan confiar más, y que juntos podamos mostrar a otros que la igualdad, la amistad y la comunidad entre ambos géneros puede ser como en el reino de Dios.

Preguntas para debatir

Lee 2 Samuel 13:1–22

  1. ¿Qué paralelos encuentras entre esta historia y tu facultad o universidad? Si no estás en la universidad, ¿hay algún paralelo con tu entorno profesional o tu sociedad?
  2. Debate de qué manera el machismo, el privilegio masculino, el patriarcado y la violencia de los hombres en general está relacionada con la violencia contra las mujeres.
  3. ¿Cómo responden los hombres y mujeres de tu campus ante el acoso sexual o la violación en el campus?
  4. ¿De qué maneras son silenciadas las mujeres a la vez que los hombres quedan libres de sus responsabilidades cuando se trata de la violencia o acoso sexual?
  5. ¿Conoces algún ejemplo positivo de cambio, reconciliación o búsqueda de perdón dentro de este tema? Los ejemplos pueden ser individuales o colectivos.
  6. ¿Qué podemos hacer los estudiantes cristianos para parar la violencia y el privilegio masculinos en el campus?
  7. ¿De qué manera podemos los estudiantes cristianos caminar junto a aquellos que han pasado por este tipo de acoso?
  8. ¿Hay alguna forma de identificar y alcanzar a los agresores?

Lecturas adicionales

  • Trible, Phyllis. Texts of Terror: Literary-Feminist Readings of Biblical Narratives. Philadelphia: Fortress Press, 1984.
  • West, Gerald, y Phumzile Zondi-Mabizela. “The Bible Story That Became a Campaign: The Tamar Campaign in South Africa (and Beyond).” Ministerial Formation, Julio 2004, 4–12. http://ujamaa.ukzn.ac.za/Files/the%20bible%20story.pdf.
  • Muneja, Mussa. “Cakes, Rape and Power Games: A Feminist Reading of Story of Tamar (1 Samuel 13:1–19).” BOLESWA Journal of Theology, Religion and Philosophy 1, no. 2 (2006). https://works.bepress.com/mussa_muneja/4/.

Notas al pie

[1] Liam Stack, “Light Sentence for Brock Turner in Stanford Rape Case Draws Outrage,” The New York Times, June 6, 2016, sec. U.S., https://www.nytimes.com/206/06/07/us/outrage-in-stanford-rape-case-over-dueling-statements-of-victim-and-attackers-father.html.

[2] “She Refused to Talk to Me, Says Killer,” The Times of India, November 16, 2017, https://timesofindia.indiatimes.com/city/chennai/she-refused-to-talk-to-me-says-killer/articleshow/61666776.cms.

[3] Namitai Bajpai, “Banaras Hindu University Wardens Recall Horror of Saturday Night: Girl Students Booted to the Ground,” The New Indian Express, September 26, 2017, http://www.newindianexpress.com/nation/2017/sep/26/banaras-hindu-university-wardens-recall-horror-of-saturday-night-girl-students-booted-to-the-ground-1662640–1.html.

[4] Gerald West and Phumzile Zondi-Mabizela, “The Bible Story That Became a Campaign: The Tamar Campaign in South Africa (and Beyond),” Ministerial Formation, July 2004, 4–12.

Las citas han sido sacadas de la Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.

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