Extranjeros, ladrones y sacerdotes
Una graduada búlgara reflexiona acerca de tres revelaciones que tuvo en la universidad
Recuerdo la ansiedad al empezar la universidad. No comprendía mis horarios, y menos aún mis estudios. ¿Dónde tenía que estar y cuándo? ¿Qué significaban todas estas letras y números? ¡¿Cómo iba a sobrevivir?! No tenía las respuestas.
Pero había una cosa de la que sabía mucho: Dios. Al principio conocí algunas personas del Grupo Bíblico Universitario de Bulgaria (BCSU). Me invitaron a ir a una reunión de comunidad, y me alegré de empezar a asistir a sus reuniones. No lo sabían, pero su invitación me llevaría a comprender tres asuntos significativos que cambiarían el curso de mi vida para siempre.
Estudiante para siempre
Antes de que pasase mucho tiempo, me di cuenta que estaba equivocada: No sabía mucho acerca de Dios. Antes leía la Biblia como una novela, pasando por encima de las páginas sin prestarle mucho interés. BCSU me retó a pensar y a aplicar la Palabra de Dios a mi vida, a hacer preguntas y explorar mi propia visión del mundo. Llegué a comprender que en el Reino de Dios siempre seré una estudiante que está aprendiendo acerca de Cristo.
La segunda cosa que descubrí es el por qué de la existencia de este grupo estudiantil. Al principio, pensaba que era una reunión para que estudiantes cristianos estudiasen la Biblia. Pero, en realidad, el grupo estudiantil era el lugar ideal para invitar a mis amigos que no conocían a Jesús. ¿Qué sitio podría ser mejor para que un estudiante plantease preguntas acerca de Dios? Muchos de mis amigos escucharon hablar acerca de Dios ahí, y asistieron a los eventos y a los estudios bíblicos de BCSU.
Extranjeros, ladrones y sacerdotes
Debo confesar que mi tercera revelación no tuvo lugar cuando estaba en la universidad. Desgraciadamente, me llevó mucho tiempo descubrirla. Es por ello que quería escribir este artículo, para que no cometas el mismo error que yo.
En mis años como estudiante, pensé que la universidad era el lugar que me daría conocimientos para mi carrera. Pensé que era un sitio en el que invitar a mis amigos a estudiar la Biblia con la esperanza de que conocieran a Cristo y se salvasen. 1ª de Pedro 2 habla acerca de los cristianos como “extranjeros… en este mundo”. Tan solo me veía como una ‘extranjera’, es decir, alquilen que no pertenecía a este mundo. Mi trabajo era la de ladrona: ‘robaba’ a otros del mundo y les convertía en ‘extranjeros’.
Pero 1ª de Pedro 2 también nos habla acerca del papel del creyente como ‘sacerdote’. Ambas son características inseparables del pueblo de Dios. No, no somos del mundo, pero al mismo tiempo estamos en el mundo, y debemos llevar la presencia de Dios con nosotros. Esto es lo que me perdí.
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable… Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación.”
1ª Pedro 2: 9-12
En la universidad no actué como sacerdotisa. Si lo hubiera hecho, además de invitar a mis amigos a estudiar la Biblia, hubiera preguntado a mis compañeros de clase y a mis profesores preguntas acerca de lo que estábamos aprendiendo. Hubiera formado parte del consejo estudiantil o bien del club de teatro. Me hubiera esforzado en mantener los principios cristianos en todo lo que hacía. Habría traído la voz de Jesús a las conversaciones que tenían lugar a mi alrededor. Pero no lo hice.
Por fortuna, esta historia triste no tiene un final tan triste. Ya no soy una estudiante, pero aún me permiten ser parte del club de literatura de la universidad (¡me encanta leer!). ¡Por lo menos puedo seguir siendo activa en la universidad!
Un llamamiento a los estudiantes
No cometas el mismo error que yo. Puedes vivir tu papel en el campus como un real sacerdocio. Quizá plantees una pregunta que cambiará la mente de tu profesor para siempre. Quizá mantengas una opinión acerca de una teoría que cree una impresión permanente en tus compañeros de clase. Quizá hagas algo que genere curiosidad en los demás acerca de tu fe. Quizá una acción valiente se convierta en un eco que cambiará a tu universidad, tu ciudad o incluso la sociedad.
Te reto a ser un sacerdote ahora, y a mantenerte presente en el corazón de la universidad. Cuando camines por los pasillos y entres en las aulas, considera que tus pasos son los pasos de Cristo y que tu presencia es la presencia de Cristo en tu universidad.
No seas un “ladrón” como yo, sino sé un sacerdote, porque es a lo que has sido llamado.
Desi, graduada de BCSU Bulgaria.