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Ante el rector

Los retos del ministerio estudiantil en las Filipinas

 Hemos estado reuniéndonos cada semana durante un par de meses. Unos 15-20 estudiantes católicos y yo. Un día estudiamos la historia en que Jesús sana a un leproso. Me emocionó escuchar sus reflexiones. Dijeron que sentían que Jesús estaba de verdad con ellos, que no era una simple imagen de él colgado en una cruz en la pared de una iglesia. Quisieron comenzar una reunión de oración ese mismo día. 

Los estudiantes estaban muy emocionados e invitaron a sus amigos para que se les unieran. Vinieron unos 30. Pero de pronto llegaron también un grupo de autoridades universitarias. Entraron, detuvieron la reunión y me pidieron que fuera a su despacho para hacerme unas preguntas. 

No tenían razones para retenerme. Siempre había cumplido el protocolo universitario. Pero eso no los satisfacía. Después de interrogarme ellos mismos, me llevaron al rector. Tuve mucho miedo. 

Antes de entrar, miré el móvil. Tenía un mensaje de un número desconocido que decía lo siguiente: 

«Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.» Deuteronomio 31:6 

No le había contado la situación a nadie, de modo que fue un recordatorio increíble de que la presencia de Dios me acompañaba en esa reunión con el rector… 

La vida en el baluarte del catolicismo 

Eli trabaja con IVCF, el movimiento IFES en Cebú, Filipinas. Los cristianos evangélicos son minoría entre la población y a veces se enfrentan a la hostilidad. La ciudad está considerada un baluarte del catolicismo romano en todo el país. En ella se celebra el famoso festival de Sinulog, donde se aglomeran dos millones de personas cada año. Las celebraciones duran una semana y están llenas de danzas urbanas y procesiones en honor al «Santo Niño Jesús». Las celebraciones se agolpan alrededor de una pequeña estatua de hace 500 años de Jesús de niño. Decenas de personas acuden a rezarle con imitaciones de la imagen. 

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Photo by Vher Morales on Unsplash

Una cultura cambiante y un Dios olvidado 

Las tradiciones y prácticas católicas romanas siguen impregnando la cultura local. Los jóvenes también participan. De hecho, muchos ni siquiera se consideran católicos. Vannie Anne era una líder estudiantil que se graduó en Ingeniería civil el año pasado. Escribió lo siguiente acerca de la generación de estudiantes de las Filipinas: 

«La generación actual de jóvenes funciona con lo instantáneo. Les gusta que las cosas se hagan enseguida. Cuando cometen algún error, recurren a indulgencias y rituales antes que al arrepentimiento. Prefieren ir a la iglesia y «orar» que dejar de engañar o humillarse para pedir perdón. No es la salvación de Dios lo que impulsa sus obras, sino el deseo de que Él les de lo que le piden. Van a la iglesia, escuchan música religiosa, encienden velas, rezan sus oraciones y llevan a cabo rituales y «buenas obras» para que Dios les conceda sus deseos. Por desgracia, los corazones de los estudiantes son herméticos. Han olvidado a Dios.  

Pero, con todo, Dios es soberano. Si el corazón del rey está en las manos del Señor, ¿no podrá Él cambiar el de los estudiantes?” 

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Photo by Fischer Twins on Unsplash

Atisbos de esperanza 

Para los estudiantes cristianos y el personal de IVCF, el terreno es áspero. Hay oposición de las autoridades universitarias y resistencia y apatía por parte de los mismos estudiantes. Pero también hay atisbos de esperanza en la ciudad; historias de cómo Dios ha cambiado los corazones de estudiantes, ha traído nueva vida y los ha fortalecido para que soporten la oposición. 

Geralyn era una buscadora cuando entró en la universidad. Comenzó a asistir a los estudios bíblicos semanales de IVCF y allí vertía todas las preguntas complicadas que se le ocurrían. Fue en un evento de IVCF en 2013 cuando comprendió el evangelio y le entregó su vida al Señor. Siguió asistiendo a los estudios bíblicos y experimentó un cambio gradual en su estilo de vida, actitudes y perspectivas. Provenía de una familia rota, de modo que el mayor cambio en el corazón de Geralyn fue poder perdonar y amar de nuevo a sus padres. Hace poco, comenzó a servir en IVCF como obrera en las Filipinas. 

Ryan cursa estudios de ciencias y participa activamente en su grupo local de IVCF. La capacitación y la comunidad que ha encontrado lo animan a perseverar en medio de la oposición. 

«Mi familia me persigue, porque dicen que he cambiado de religión. Yo les digo que mi fe se basa en la Biblia, pero no dejan de increparme. Me siento abatido. Pero sé que Dios siempre está presente. Oro por mi familia, por su salvación. Oro para que conozcan de verdad quien es Dios y reflexionen en la verdad revelada en la Biblia». 

Geralyn y Ryan son dos ejemplos de los muchos en los que Dios trabaja. 

Ante el rector 

Me encontraba cara a cara ante el rector de la universidad. Durante el interrogatorio, respondí calmadamente a todas sus preguntas. También le dije que las universidades públicas pertenecen al pueblo y los ciudadanos filipinos, de modo que debía haber libertad religiosa. El encuentro duró una hora. Después de amenazar con encarcelarme, me soltaron y me advirtieron que o me olvidaba del campus o me arrestarían. 

Subí al bus y fui para casa. El viaje de tres horas me sirvió para reflexionar. Le di gracias a Dios por mandarme esa seguridad de su presencia. Reflexioné en cuán relativamente insignificante era la persecución que sufría yo en comparación con la que enfrentó Pablo. Aun así, tuve mucho miedo. Me di cuenta de que la guerra espiritual existe, y de que el Enemigo odia que seamos activos y compartamos el evangelio. 

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Photo by Ina Carolino on Unsplash

Cuando llegué a casa, descubrí que el encargado de asuntos estudiantiles advirtió a los estudiantes que no fueran más a las reuniones. De lo contrario, se les expulsaría. Una semana más tarde, regresé para reunirme con los estudiantes fuera del campus. Solo aparecieron cinco. 

Cuatro años más tarde, podemos dar gracias a Dios, porque el ministerio universitario sigue avanzando a pesar de los desafíos. El grupo sigue reuniéndose fuera del campos, en una cafetería. Hay unos 3500 estudiantes implicados en IVCF por el país que se esfuerzan por compartir la esperanza del evangelio en la universidad. 

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