Por qué sigo sirviendo a los estudiantes en Siria
Luz en la oscuridad de la guerra
Haya* vive en Siria. Se formó para ser dentista, pero la vida no ha resultado ser como esperaba. La guerra lo ha cambiado todo. Le pedimos que contara su historia.
Confiar en Jesús en la oscuridad
Fui testigo de la muerte de muchos jóvenes, niños y niñas a mi alrededor y en cada esquina de la ciudad. La casa de mi padre y mi clínica dental sufrieron bombardeos varias veces, lo que me hizo plantearme cerrarla y emigrar. Pero Dios, en su misericordia, cerró las puertas para salir del país. Le oí diciéndome: «Yo soy; no temas», igual que le dijo a los discípulos cuando le vieron en la caminando sobre las aguas hacia el barco en medio de la oscuridad.
Photo by aladdin hammami on Unsplash
Las tinieblas de la guerra han causado muchas catástrofes durante los últimos años, y yo sentía que Dios me llamaba a hacer algo. Sabía que, en medio de la oscuridad, se necesitan de verdad personas que desprendan la luz de Cristo.
Clamé a Dios y le dije:
«¡Soy tuya! Creo en ti y espero en ti incluso en medio de la muerte, el ruido de las explosiones y las amenazas de secuestro. Sabes que soy madre y esposa y que tengo derecho a buscar un lugar seguro para mi familia. Pero no quiero ir a ningún sitio donde Tú no quieras que esté».
La vasija y el tesoro: esperanza para la cosecha
Durante los momentos más duros, la Palabra de Dios fue mi faro, el lugar donde me refugiaba para encontrar aliento. Cada vez que la leía, Él me decía claramente que soy una vasija de barro donde se esconde Su más precioso tesoro. Me di cuenta de que el secreto de la supervivencia reside en el tesoro, no en mi débil tarro de arcilla.
He vivido siempre en un país donde es muy difícil ser útil como mujer en una sociedad totalmente patriarcal, incluso en el ministerio. Pero me sometí a la voluntad de Dios. La Biblia enfatiza la gran cantidad de mies que existe. Estaba convencida de ello, así que buscar ovejas perdidas fuera de la iglesia y traerlas a ella se convirtió en mi objetivo.
Photo by Patrick Hendry on Unsplash
Puertas abiertas
Dios me abrió las puertas para que sirviera con estudiantes universitarios, además de en un ministerio de consejería y apoyo postraumático para los supervivientes de la guerra. El ministerio ha crecido y ahora abarca la mayoría de las ciudades del país. Apoyamos a nivel financiero y de consejería a las víctimas maltratadas por la guerra. La mayoría son mujeres, adolescentes y niños.
El Señor nos ha bendecido en los últimos años, a pesar del peligro que suponía llevar a cabo el servicio. Hemos celebrado muchos congresos y reuniones y Él nos ha protegido. Veo el fruto de este ministerio en los jóvenes que han conocido a Cristo de forma personal y ahora me ayudan con la obra. Cuando uno está satisfecho con su relación con Dios, el curso de su vida cambia y deja de buscar el bienestar personal para invertir su vida en servir a los demás, tal como hizo el Señor.
En pie de batalla
Creo que Dios me llamó a esta gran obra y estoy decidida a continuarla bajo su dirección. Dios está presente en los lugares menos seguros y en los más seguros. Me he enfrentado a muchos desafíos durante estos años de ministerio. A veces me he sentido desalentada y con ganas de abandonar la «batalla», como Elías. Pero estoy agradecida por el amor de mi Salvador, que me ha sostenido siempre.
*No es su nombre real.