La última palabra: escuchar a Dios

Lecciones sobre descansar del ministerio.

En medio de nuestro mundo ajetreado y nuestras vidas ocupadas, podemos sentirnos presionados por todo tipo de actividades y encontrarnos cada vez más distraídos. Necesitamos apartar un tiempo para escuchar, para clamar a Dios esperando que nos hable. Y como Dios habla de formas diferentes, tenemos que discernir activamente lo que nos está diciendo. Debemos escuchar a Dios por medio de su Espíritu Santo, por medio de lo que nos dice en las Escrituras y por medio del mundo que nos rodea.

David Bahena (Secretario Regional de IFES para América Latina) ha tenido varios encuentros especiales con el Señor durante los últimos nueve meses al ampliar sus estudios en el Seminario Teológico Fuller en California, EE.UU. Lo invité a que compartiera con nosotros.

Daniel Bourdanné
Secretario General de IFES


Reposo, recreación y renovación

“Tras muchos años de servicio en el ministerio, es muy fácil convertirse en un ‘burócrata’ del evangelio y hacer las cosas por rutina, olvidando por qué y para quién las llevamos a cabo. A causa de la cantidad de trabajo y la urgencia de la misión, muy a menudo descuidamos nuestra salud, familia y relación con el Señor. Acabamos exhaustos o incluso quemados, con nuestra familia destruida, frustrada y enferma. Los períodos sabáticos pasan a ejercer una función muy importante. Es un tiempo de reposo, recreación y renovación y de escuchar la voz de Dios, de la familia y de uno mismo.

“Doy gracias a Dios porque en este período sabático hemos tenido muchas ocasiones como familia de pasear juntos, de reconectar y de reencontrarnos con nosotros mismos, de cultivar conversaciones profundas unos con otros. Han sido experiencias que nos acompañarán como familia en la próxima etapa de nuestra obediencia.

“También profundizamos y redescubrimos la riqueza de la vida en la hospitalidad y la comunidad. Esto sin duda ha sido uno de los mejores aspectos y lecciones de este período sabático. Pudimos disfrutar y aprender de la comunidad académica de Fuller, de la comunidad en la iglesia de Eagle Rock y de la comunidad de amigos y vecinos en Providence Mission Homes.

Los ritmos de vida y de ministerio

“Hemos aprendido a ser conscientes de los ritmos de vida y de ministerio. Nuestro tiempo sabático constó de tres etapas muy claras: primero pasamos enfermedad y cansancio; después empezamos a descansar y a relajarnos; y al final experimentamos un tiempo de celebración y gozo. Con esto aprendimos que sólo es posible recuperar el gozo, la salud y la satisfacción en la vida con buenos ritmos de vida y de ministerio. El descanso es sin duda el reto más grande. Requiere gran humildad, coraje y una buena teología.

“Al final fuimos conscientes de la realidad actual de nuestro mundo y permitimos que este contexto nos afectara. Llegamos a los Estados Unidos en medio de la campaña electoral y la llegada de un nuevo presidente. Hemos visto el dolor, la injusticia y la incertidumbre de las familias inmigrantes. Hubo conversaciones dolorosas en la escuela de los niños, en nuestra iglesia y en el seminario. Al mismo tiempo tuvimos esperanza al ver a las iglesias, escuelas y organizaciones sociales organizarse para defender a los más vulnerables.

“Llegué para pasar un tiempo sabático, tras veinte años de ministerio, con muchos miedos y preocupaciones, por el futuro y por mi salud física, emocional, espiritual y económica. El pasaje que nos ha acompañado ha sido 1 Pedro 1:3–5.

‘¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos’. (NVI)

“Dios nos aseguró que tenemos lo necesario para nuestra vida y nuestro ministerio en esta nueva década. Nos ha dado una herencia indestructible, impoluta e inmutable para que el ministerio siga creciendo incluso en medio del desierto con sus cambios y peligros. De esta forma Dios renovó nuestra confianza y nos invitó a unirnos al trabajo que está haciendo en este ministerio”.

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