Hacia el norte

Decisiones costosas para compartir el evangelio en la India

Habría sido más fácil que se quedaran en el sur. Allí estaba su hogar. La misma cultura, el mismo idioma. Muchos amigos cristianos. Sin embargo, Sathish y su esposa Mini decidieron mudarse al norte de la India, a un estado donde solo el 0,001% de la población conocía a Jesús.

Su nuevo hogar estaba en Haryana, en el segundo piso de una casa de dos plantas. La gente del barrio era agradable. Durante los festivales hindúes, su calle tranquila se iba transformando en un espectáculo impresionante de ruido, color y danzas a medida que los vecinos salían de sus casas vestidos con ropa de colores llamativos para celebrar la fiesta todos juntos. Los vecinos jamás habían conocido a un cristiano hasta entonces y sentían curiosidad por la joven pareja del sur. ¿Por qué habían venido desde tan lejos para vivir aquí?

Un comienzo difícil

Habían venido para alcanzar a estudiantes universitarios o, al menos, esta era su intención.

Sin embargo, conseguirlo no sería sencillo. En primer lugar, no hablaban el idioma local. No habían ido a clases estructuradas, sino que, durante tres años, habían aprendido palabras sueltas que les enseñaban sus pacientes amigos. En las tiendas, tenían que señalar con el dedo lo que querían comprar: “Esto” y “aquello” es lo único que podían decir.

Otra barrera enorme era la falta de tiempo de los estudiantes. Tan pronto como acababan las clases, los estudiantes se iban de la universidad directamente a trabajar en los campos de su familia. La única oportunidad que tenían de pasar tiempo con ellos era durante el descanso diario para almorzar, que duraba 45 minutos. Se pasaban horas viajando en autobuses de una universidad a otra para pasar solo unos minutos con los estudiantes. Fue un comienzo lento y difícil.

El encuentro con Rampal

Entonces conocieron a Rampal, un chico normal y corriente que estudiaba en la universidad y que, como muchos de sus compañeros, jamás había salido de Haryana. Nunca había visto las montañas de la India, ni las grandes ciudades. Sin embargo, sentía curiosidad por saber más sobre la persona de Jesús. ¿Qué dijo Dios? ¿Qué hizo Dios? ¿Se parecía Jesús a los otros maestros de los que había escuchado hablar?

Sathish y Rampal leían la Biblia juntos cada semana y, al cabo de dos años, Rampal dio su vida a Cristo. Resultó ser un primer discípulo clave. Cada miércoles, durante el descanso para almorzar, Rampal traía a sus amigos para reunirse con Sathish y, juntos, leían la Biblia. A lo largo del tiempo, varios se convirtieron en seguidores de Jesús. Pero cuando volvían a sus casas, cambiaban de opinión, pues su decisión de seguir a Cristo decepcionaba a toda la familia y, a veces, la oposición era demasiado fuerte.

Alabanza al dios equivocado

Rampal también tuvo que enfrentarse a la oposición de su familia. Él era el primer y único creyente de su pueblo y su familia hindú no aprobaba esta “religión de occidente”. No fue fácil ir en contra de sus deseos y de los deseos de toda su comunidad.

Un martes por la noche, toda la gente de su pueblo se reunió para cantar Bhajan (canciones para los dioses hindúes). Rampal se estaba preparando para ir a dormir y oyó sus voces. De pronto, se dijo a sí mismo: “Lo que están haciendo no está bien. Están alabando a un dios que no es Dios.” Así que sacó su Biblia, fue donde estaban todos reunidos y les compartió el mensaje del evangelio.

“Hemos alabado a estos dioses durante mucho tiempo pero, ¿cómo ha cambiado esto nuestras vidas?” dijo. “El Dios de la Biblia es el Dios verdadero”.

Los demás no se lo tomaron demasiado bien. Pensaban que estaba loco. Sin embargo, durante los tres años siguientes, varias familias en ese pueblo se volvieron al Señor gracias al testimonio de Rampal.

Hoy en día, Rampal está estudiando en una escuela bíblica y volverá a Haryana el año que viene para trabajar como obrero con UESI.

“Hacedores de tiendas” de UESI se mudan al norte

Rampal no es el único que ha tomado la decisión de trabajar en el norte.

UESI tiene un floreciente ministerio entre los graduados. Durante 40 años, han estado retando a los graduados para que consideren la opción de ir a vivir al norte como “hacedores de tiendas” y vivir y trabajar en las comunidades hindúes. Se calcula que, en los últimos años, lo han hecho más de 200 personas con sus familias. Al principio, los vecinos desconfían de ellos y les preguntan cosas como: ¿Por qué has venido aquí? ¿Eres misionero? ¿A cuántas personas has convertido?

Encontrar trabajo tampoco es fácil. Por lo general, lo mejor es irse allí e intentar encontrar cualquier trabajo. Con el tiempo, pueden ir ganándose la confianza de la comunidad y buscar un trabajo que se adecue más a sus habilidades e intereses. Estos graduados con visión misionera se reúnen una vez al año en una conferencia para “hacedores de tiendas”, donde comparten los altibajos de la vida en el norte y se animan los unos a los otros.

Estudiantes misioneros se mudan al norte

La apelación a mudarse al norte va dirigida tanto a los estudiantes como a los que ya trabajan. A los primeros los llaman “estudiantes misioneros”. En los últimos 3 o 4 años, 100 estudiantes misioneros (la mayoría estudiantes de posgrado) se han inscrito en universidades del norte y se han mudado, intencionadamente, en los campus donde no había ningún testimonio estudiantil cristiano.

Asha, una estudiante de ingeniería procedente del sur, fue admitida en una universidad del norte para estudiar su maestría. Aunque de forma un poco reacia, finalmente fue. Empezó a pasar tiempo con el grupo UESI de la universidad y, gracias a su participación, el grupo creció. Al darse cuenta de la oportunidad que tenía de marcar la diferencia como estudiante cristiana, decidió inscribirse a un doctorado en otra universidad del norte. Desde entonces, Asha ha asumido el liderazgo de ese grupo UESI.

Los estudiantes misioneros no lo tienen fácil. A menudo se van sin el consentimiento de sus padres y sin apoyo económico. Dependen de los graduados de UESI para que oren por ellos y apoyen económicamente sus estudios, aunque incluso así, el dinero es escaso y no tienen garantías de poder comer cada día.

No es en vano

Al menos por ahora, tanto para los estudiantes, “hacedores de tiendas” y obreros, el precio de mudarse al norte continúa siendo alto. Es fácil desanimarse cuando uno se enfrenta a la oposición o a la indiferencia. El terreno es duro. Hasta plantar las semillas es difícil. Por favor, oren con nosotros para que Sathish, Rampal, Asha y otros perseveren, sabiendo que su oraciones y testimonios no son en vano. Oren para que haya un avivamiento en el norte de la India.

Ministerio entre los graduados

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