Estudiantes internacionales en Japón que comparten el evangelio

Oportunidades que tienen los forasteros de hablar del evangelio

Solemos escuchar historias sobre el ministerio para estudiantes internacionales. Pero normalmente no escuchamos historias sobre el ministerio llevado a cabo por estudiantes internacionales.

Es comprensible, porque no es fácil ser un estudiante internacional. Las cosas del día a día de un estudiante (montarse en el autobús, comprar la comida, ir a la biblioteca…) pueden convertirse en algo solitario, desconcertante y abrumador. La mayoría de nosotros en esta situación nos concentraríamos simplemente en sobrevivir y no en la evangelización. Además, no hablaríamos bien el idioma ni entenderíamos la cultura. Compartir el evangelio con la gente local parece algo imposible, porque eres simplemente un forastero. No estás preparado. ¿Verdad?

Vamos a conocer a Kristine. Kristine tiene 25 años y creció en la pequeña isla de Guam, en el Pacífico Sur. Es una estudiante internacional en Tokio, cursando un Máster en literatura. Y ama a Jesús.

Gaikokujin

El primer semestre fue el peor. La vida pacífica en la isla que había dejado atrás parecía estar muy lejos de esta enorme urbe que nunca duerme, con 38 millones de habitantes. Pero Kristine se sentía sola. Sus amigos de intercambio solo estaban allí un tiempo y les gustaba salir y emborracharse. Kristine no sabía que había un grupo cristiano en su campus. Quería conocer a gente local pero le costaba pasar de ser simplemente una “conocida” a una amiga de verdad. La llamaban gaikokujin, que significa “extranjera”. Le recordaban cada día su identidad como extranjera. Se dio cuenta de que la gente nunca la consideraría como una más, por muy bien que hablara el japonés.

“¿Por qué estoy aquí, Señor?” se preguntaba.

Kristine pronto descubrió que su condición de “forastera” no era necesariamente una desventaja. Al contrario, Dios estaba utilizando esta situación para abrir puertas a las que los “nacionales” no podían acceder.

La madre de la familia con la que se quedaba Kristine enseñaba inglés a las personas del barrio. Estaba planeando una clase especial para Navidad e invitó a Kristine a asistir como invitada nativa de habla inglesa. Permitió a Kristine contar la historia del nacimiento de Jesús durante la clase y repartir cómics de Navidad a los niños. Estos escucharon atentamente.

Otro día Kristine conoció a una señora mayor en el autobús y esta se interesó mucho por la extranjera. Empezaron a hablar y se intercambiaron los números de teléfono. Dos años más tarde siguen quedando cada dos meses más o menos. Kristine habla abiertamente de su fe cristiana y le pregunta a la mujer mayor cómo puede orar por ella.

En la cultura japonesa es muy difícil compartir el evangelio, porque la mayoría de las personas no quieren escucharlo. Especialmente si lo está compartiendo otra persona japonesa. No encaja con lo que se espera de un japonés. Pero estas expectativas y limitaciones sociales no existen de la misma forma para los extranjeros. Cuando eres forastero puedes ir un poco más lejos. A veces la gente está más dispuesta a escuchar el evangelio cuando lo comparte alguien de fuera de su contexto. Y los forasteros como Kristine tienen el atractivo añadido de que hablan bien inglés. En lugar de ser un obstáculo para la evangelización, la barrera lingüística puede ser una herramienta útil que crea oportunidades para conocer a gente, entablar amistades y hacer vida juntos.

Invertir en el campus

Después de estar allí un tiempo, Kristine descubrió el grupo de KGK Japón. Un grupo de estudiantes decidió reunirse todas las mañanas antes de clase para pasar un tiempo estudiando la Biblia y orando. Dos estudiantes asistían regularmente y se hicieron buenas amigas de Kristine. Cada mañana compartían cómo Dios había contestado a las oraciones del día anterior. A una de ellas le gustaban tanto estos encuentros que empezó a hacer devocionales con su familia. Una vez a la semana les preparaba el desayuno a sus padres y se sentaba con ellos a estudiar la Biblia. La otra estudiante se acababa de convertir y era la única cristiana de su familia. Estos devocionales matutinos eran un tiempo de crecimiento espiritual emocionante para ella. Decidió bautizarse y ha empezado a orar por su familia, para que conozcan a Cristo.

La mentalidad de “una oveja”

Esta forma de evangelizar, pasando tiempo con las personas, requiere tiempo, compromiso y esfuerzo. Pero esta es la clase de inversión que Japón necesita ahora mismo. Un 99,4% de personas en Japón no siguen a Cristo. Esto no va a cambiar con una misión que suelta el evangelio y luego sale corriendo. La gente necesita ver cómo se vive la vida con Jesús de forma auténtica, día tras día, año tras año. Kristine sabe que quizás nunca llegue a ver grandes números de personas japonesas creyendo en Jesús, pero está dispuesta a seguir trabajando durante el tiempo que Dios quiera que esté allí. Habla de tener una mentalidad de “una oveja”: la disposición de darlo todo por una sola persona, compartir con paciencia y vivir según el evangelio, y orar por el milagro de la salvación.

Para Kristine este país extranjero se ha convertido en su hogar. ¡Incluso animó a la selección japonesa en el Mundial de fútbol! Aunque es difícil cuando siempre te ven como extranjera, reconoce que esta condición le da una oportunidad única para hablar del evangelio con la gente. A medida que invierte en amistades y ora por Japón, su amor por las personas ha ido creciendo.

Yasu, un obrero de KGK, anhela ver más estudiantes internacionales con corazón de siervo en Japón.

“Creo que los estudiantes internacionales tienen el potencial de influir en la iglesia japonesa y en el ministerio en el campus de forma positiva. Traen una pasión, energía y perspectivas renovadas. Estas serán las claves para que avance el evangelio en Japón”.

Los estudiantes internacionales pueden parecer los menos indicados para compartir el evangelio, a causa del idioma y la barrera cultural Pero la historia de Kristine nos recuerda que Dios puede utilizarnos en nuestra debilidad para que el evangelio sea proclamado a las naciones.

Ministerio de Estudiantes Internacionales

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