Cuando llaman a tu puerta una cabra, una estrella y los secuaces del diablo.
La historia de la Navidad en Ucrania.
¿Cómo reaccionarían si se encontraran un grupo de secuaces del diablo, una enorme estrella y una cabra en la puerta de su casa? ¿Se sorprenderían? ¿Tendrían miedo? ¿Se quedarían perplejos?
En Ucrania esto es normal durante las fiestas y les explicaré por qué.
Todos estamos acostumbrados a los teatros de Navidad trillados y triviales, pero estoy seguro de que no han visto nada como lo que se hace en Ucrania, con colores, voces hermosas, trajes y un simbolismo muy profundo tras cada acción. Lo que acabo de describir se llama “Vertep”. Es un pequeño teatro ambulante con actores aficionados que intentan bailar/cantar/representar el evangelio lo que mejor que puedan. Son normalmente miembros de una iglesia local.
Los elementos principales de cada teatro son:
- Una estrella de ocho puntas: simboliza el sol, Dios y la luz. Se dice que también representa la estrella que anunció la llegada de Jesús y que guió a los sabios de Oriente a Belén. Las ocho puntas simbolizan el reinado eterno del Mesías.
- Todos los actores, bailarines y cantores representan simbólicamente a los pastores y sabios que vinieron a ver al Rey.
- La cabra simboliza el bienestar: mientras más cabras tengas en tu manada, más rico eres. Al mismo tiempo este animal es una alegoría del diablo o un chivo expiatorio que se utiliza para los sacrificios.
El Vertep viaja de casa en casa y de apartamento en apartamento representando la historia del evangelio y proclamando el nacimiento del Rey. “¡El Cristo ha nacido!” declara el Vertep por medio de canciones, poemas y teatro. “¡Alabemos al Rey!”, responde el dueño del hogar.
Para nosotros los evangélicos, el Vertep es una invitación a entrar en el mundo simbólico del evangelio, un teatro que alimenta nuestra fe en un mundo que a menudo limita la verdad a proposiciones y credos. El Vertep nos llama a unirnos a los hombres sabios en su viaje al pesebre, que es donde empieza la verdadera fe.
“¡Venid, adoremos!”
Sergey Lebedev, obrero de CCX Ucrania en Kiev