
IFES como un ministerio paraeclesiástico para la evangelización de los estudiantes
“Cambia la universidad y cambiarás el mundo.”
CHARLES HABIB MALIK
PRESIDENTE LIBANÉS DE LA 13ª SESIÓN DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
Ministerios especializados y colaboraciones con las iglesias: una necesidad
A veces, los ministerios cristianos “para eclesiásticos” se dedican únicamente a un solo campo de misión: ya sea alcanzar a los estudiantes, a los presos, a los que viven con discapacidades… o en la educación, la traducción de la Biblia, el desarrollo socioeconómico, la capacitación teológica, la producción literaria, etc.
Si nos centramos en la evangelización estudiantil, estos ministerios especializados como, por ejemplo, la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (IFES), Cru, Navigators y Youth with a Mission entre otros, suelen ser aceptados sin problemas por las iglesias evangélicas. Varios de estos movimientos han contribuido mucho en el avance del evangelio y muchas personas se han convertido gracias a los testimonios de estos grupos en las universidades. Muchos líderes de misiones e iglesias evangélicas también han reconocido lo importante que fue para ellos formar parte de estos grupos cuando eran estudiantes y el papel clave que tuvieron para dirigirlos a sus vocaciones actuales.
Sin embargo, debido al hecho de que, a menudo, estos ministerios “para eclesiásticos” tienen una naturaleza “interdenominacional”, algunas denominaciones o iglesias locales tienen dudas a la hora de apoyarlos. Queriendo (muy noblemente) preservar la pureza doctrinal y, especialmente, mantener su influencia en los estudiantes (también en el ámbito económico), algunas iglesias han creado sus propios ministerios universitarios. Esto, a veces, ha llevado a la proliferación de iniciativas denominacionales fragmentadas en los campus universitarios sin una colaboración real entre los diferentes grupos evangélicos. El incremento de grupos denominacionales en la universidad está lejos de ser viable a largo plazo, especialmente porque el desorden y el caos resultantes entre los grupos cristianos es, a menudo, usado por las universidades como excusa para justificar la prohibición del testimonio cristiano en los campus.
Dada la naturaleza única de la universidad, la mejor estrategia para los evangélicos es la cooperación y la colaboración continuadas, mediante las cuales las diferentes denominaciones trabajan junto con los ministerios especializados que ya tienen la experiencia, las habilidades y el conocimiento necesarios. A través de esta unión, los ministerios para eclesiásticos pueden rendir cuentas a la Iglesia en su conjunto, creando, así, un canal de comunicación positivo y un clima de confianza. Tal clima puede contribuir en gran manera a un uso de los recursos y a una misión general más eficaces. También vemos que, cuando existe una buena cooperación interdenominacional entre los ministerios especializados, la evangelización estudiantil es considerablemente más eficaz.
Cuando varios grupos cristianos coexisten en los campus, deben evitar competir unos con otros. Cada organización tiene, a menudo, una especialidad o unos conocimientos concretos que las otras pueden no tener. A todos nos impulsa el mismo deseo de ver cómo los estudiantes descubren y siguen a Cristo y son transformados. El propósito de nuestra presencia misional en las universidades es el avance del Reino de Dios, no la creación de un imperio de un ministerio en concreto a través de la competición, que es contraproducente para el testimonio cristiano en la universidad.
La mejor estrategia es la que consiste en que sean los estudiantes mismos los que alcancen a sus compañeros. Esta es la razón por la que los estudiantes cristianos deben ser los actores principales en la evangelización en el campus, ya que viven juntos, entablan amistades y participan en las discusiones y en los debates.
La cooperación es, en sí misma, una estrategia de evangelización, pues permite que los estudiantes no cristianos vean y entiendan los valores del amor cristiano brillando claramente a través de la unidad cristiana en el campus. Una de las críticas que a menudo se oyen en contra de los estudiantes cristianos es la imagen que representan de una fragmentación incomprensible. Es por esto que, cuando varios grupos cristianos trabajan en armonía en los campus, están contribuyendo a la desaparición de, al menos, una de las barreras que impiden que algunos estudiantes presten atención al mensaje salvador de Jesucristo.
La evangelización estudiantil como una prioridad estratégica
Más cerca de casa, IFES, como movimiento para eclesiástico, tiene el amor de Dios hacia los estudiantes como la motivación principal para alcanzar a estos. La actitud de la Iglesia hacia estos millones de estudiantes de todo el mundo debería inspirarse en la de Jesucristo: “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor” (Mateo 9:36).
La universidad es una institución estratégica. Está allí para equipar y moldear a los jóvenes. Es, a menudo, en la universidad donde los que toman las decisiones son formados y donde su vocación queda determinada por el resto de sus vidas. En muchos países del mundo, los estudiantes forman la élite de su sociedad, pues tienen un potencial y una influencia considerables. Los líderes y los que toman las decisiones en los ámbitos de la economía, la política, la ciencia y la religión proceden de esta élite formada. Al convertirse al cristianismo durante sus tiempos en la universidad, estos estudiantes tienen el tiempo y la oportunidad de desarrollar una visión cristiana del mundo. En su capacitación formativa como discípulos de Jesucristo, se vuelven capaces de tomar decisiones de vida de una manera sabia y de dedicar sus vidas y sus vocaciones al Señor. Si las universidades, en su forma actual, hubieran existido durante el tiempo de los apóstoles, no hay duda de que personas como el Apóstol Pablo habrían invertido su tiempo allí, predicando las Buenas Nuevas a los estudiantes. Sus lazos con el mundo intelectual, especialmente en el Areópago, testifican de su conocimiento acerca de la naturaleza estratégica de la élite intelectual.
Los evangélicos, ante la secularización creciente de las universidades y el declive importante de la presencia cristiana en los campus, deberían comprometerse con este ámbito de manera activa. El testimonio cristiano en la universidad es, en la actualidad, una necesidad. Este testimonio debe ser atractivo y profundo. Tenemos que ir más allá de las incursiones breves y la presencia superficial. La presencia evangélica debe ser tal que sea capaz de entrar en un diálogo genuino con las ideas que son promovidas en las universidades, a fin de llevar a una reconsideración de las ideologías y de las visiones del mundo que no estén sujetas al Señorío de Jesucristo. Es desde esta perspectiva que el evangelismo estudiantil tendrá un impacto perceptible en la evolución y el desarrollo de las ideas no bíblicas que tiene lugar en estos centros de educación superior e investigación.
Retos específicos de la evangelización estudiantil
Por lo general, las misiones para la evangelización estudiantil se enfrentan a varias dificultades. Una de ellas es el libre acceso a las universidades. A causa de la secularización, las universidades están cerrando, cada vez más, sus puertas a cualquier presencia religiosa, especialmente al cristianismo evangélico. Desde una perspectiva puramente humana, esta situación no muestra ningún indicio de mejorar en un futuro inmediato. La dificultad, surgida de varias definiciones poco convincentes del secularismo y de un miedo a ciertas formas de expresión religiosas, parece estar afectando a la mayor parte del mundo francófono, que está siendo influenciado por ideas parecidas. Esta falta de actitud receptiva en cuanto a los evangélicos es agravada, en algunos países, por la división caótica de las diferentes denominaciones cristianas en el campus, una desunión que no siempre tiene en cuenta la naturaleza específica del mundo académico. A largo plazo, esta fragmentación se convierte en un obstáculo importante para la presencia cristiana evangélica en los campus, incluso en países que, por lo general, son más tolerantes y están más abiertos al testimonio cristiano en las universidades.
Es por ello que una proporción importante de estudiantes, especialmente en occidente, se sienten insatisfechos con el cristianismo. Su insatisfacción surge, muy probablemente, de la imagen que proyecta el cristianismo: una religión negativa que enfatiza la prohibición, en vez de afirmar lo positivo como el gozo, la celebración, la comunión y la belleza. En un contexto fluido dominado por el pluralismo, un cristianismo que ondea las reglas doctrinales y las restricciones como si de una bandera se tratara, se convierte en algo en que desconfiar. Los estudiantes de esta generación no están necesariamente opuestos a la religión, sino que más bien cuestionan radicalmente la forma en la que se presenta y se vive el cristianismo en la sociedad. En general, se trata de una generación que quiere involucrarse y participar. Sin embargo, una estructura eclesiástica que está altamente institucionalizada y que presenta una jerarquía rígida no corresponde con sus necesidades o deseos. En vez de eso, se sienten atraídos por las experiencias espirituales y emocionales, otro tipo de espiritualidad.
Las universidades, cada vez más secularizadas, están influenciando el mundo con ideas, ideologías y visiones del mundo que, a menudo, se oponen a las del cristianismo. La nueva ideología atea, por ejemplo, ha sido promovida intencionalmente entre los estudiantes de occidente. Mientras tanto, existe una exposición constante, que incluso a veces podría llamarse un bombardeo, de varias publicaciones que buscan influenciar a los estudiantes con sus respectivas causas. Además de estas campañas orquestadas, las tendencias culturales actuales se caracterizan por cambios rápidos, la pérdida de los valores y principios tradicionales, el relativismo, el materialismo y una sed por la gratificación instantánea. Los estudiantes suelen priorizar su individualidad y se centran en alcanzar sus ambiciones profesionales. Sin embargo, a pesar del individualismo prevaleciente, permanece el anhelo de pertenecer a una comunidad, un deseo manifestado en su movilidad y conectividad. Es por ello que las redes sociales virtuales tienen un éxito tan extraordinario. Debido a esta evolución social, muchos estudiantes viven en un estado de incertidumbre y se sienten confundidos por la falta de marcadores sociales, puntos de referencia, certeza y significado. Esta falta de significado se ve acentuada todavía más por la insatisfacción causada por el desempleo creciente, la debilitación de los lazos familiares, la competición excesiva y la ausencia de modelos a seguir en la sociedad que sean atractivos.
La falta de capacidades humanas para poder dar testimonio de manera eficaz en el ámbito universitario presenta otra limitación para un evangelismo eficaz entre los estudiantes. La universidad es un campo de misión muy específico. En primer lugar, en cuanto a su composición, las universidades están formadas por intelectuales, aquellos que suelen reflexionar profundamente. En segundo lugar, a través de sus métodos de enseñanza, a los estudiantes se les anima a que hagan preguntas y, hasta cierto punto, a que descubran el mundo a través de hacer preguntas sin parar. Este enfoque, ejecutado a través de un análisis crítico, puede ser radical y apasionado. Pocos creyentes evangélicos están preparados para trabajar en un entorno como este. Existe la tendencia de ver las universidades como si de otro campo misionero se tratara, pero replicar los métodos evangelísticos de la iglesia local no siempre funciona aquí. Cuando quiso evangelizar a los atenienses cultos, el Apóstol Pablo reconoció la necesidad de un enfoque concreto. Tanto la estructura como el contenido de su discurso muestran que tuvo en cuenta la naturaleza específica de su público (Hechos 17:16-34). La tendencia anti-intelectual en algunas formas de la espiritualidad evangélica es, de hecho, un obstáculo para el testimonio cristiano en los campus. Tales tendencias desincentivan el uso apropiado de la inteligencia y amplifican una forma de misticismo que no es relevante ni adecuado para el mundo académico. A menudo, los estudiantes universitarios requieren que la presentación de la fe vaya acompañada de un razonamiento claro.
Un cristianismo que ondea las reglas doctrinales y las restricciones como si de una bandera se tratara, se convierte en algo en que desconfiar. Los estudiantes de esta generación no están necesariamente opuestos a la religión, sino que más bien cuestionan radicalmente la forma en la que se presenta y se vive el cristianismo en la sociedad.
Además, existe la cuestión de la particularidad de evangelizar de una forma que sea relevante al grupo de edad y a las culturas de los estudiantes. Los estudiantes son cada vez más jóvenes, por lo que están muy abiertos al mundo y quieren expresarse a sí mismos y experimentar. Quieren que se les oiga, que se les escuche y, algunas veces, desafiar. Con el auge de la cultura posmoderna precipitándose hacia el pluralismo y el rechazo de la autoridad y de todo aquello que sea institucional, los líderes de iglesias se encuentran cada vez más con dificultades para encontrar estrategias que se adapten de manera apropiada a esta generación.
Los estudiantes están cada vez más interesados en usar las nuevas tecnologías para encontrar información y comunicarse y estas han alterado profundamente sus hábitos sociales y sus formas de comunicación. Las redes sociales y su uso, por ejemplo, han dado a los estudiantes habilidades de comunicación y autoorganización impresionantes y también han afectado a sus formas de aprendizaje, dando una importancia cada vez mayor a lo visual. En la actualidad, muchos estudiantes estadounidenses acaban sus estudios sin haber leído un solo libro impreso. Las nuevas tecnologías también desplazan los centros de poder a la periferia: ni los peores dictadores son capaces de controlar este poder que ahora se encuentra en los campus y entre los estudiantes. Es difícil predecir todas las consecuencias de estos cambios en las vidas de los estudiantes, pero sabemos a ciencia cierta que acabarán por impactar profundamente el tejido social. Es por esto que los evangélicos no pueden ni deben ignorar estos cambios cuando consideran cómo dar su testimonio a los estudiantes.
El perfil del estudiante de hoy ya no corresponde al estudiante residencial tradicional, es decir, uno que vive en el campus y se dedica exclusivamente a sus estudios. Con el desarrollo de la comunicación virtual, hecha posible por los nuevos medios, actualmente existe un gran número de estudiantes que siguen sus cursos en línea o a distancia. Esta tendencia seguirá creciendo gracias a la mejora rápida y constante de tales tecnologías. El dominio gradual de la formación a distancia llevará a un cambio en el perfil estudiantil que sin duda traerá una convulsión profunda en las estrategias y métodos de evangelización.
Hoy en día, los estudiantes están sometidos a enormes presiones de todo tipo. Además de sus estudios, muchos tienen que trabajar y financiar sus estudios. En el Sur global, muy pocos se benefician de becas o subvenciones o cumplen los requisitos para recibir un préstamo bancario. Muchos proceden de familias mucho más pobres. Las infraestructuras para alojar a los estudiantes también son limitadas y muchos tienen que vivir lejos de la universidad, lo que incurre en más gastos. El hecho de vivir lejos del campus limita su involucración en la comunidad estudiantil, además de reducir el tiempo y la atención que podrían dedicar a escuchar la Palabra de Dios. Todas estas nuevas realidades del estudiante moderno llaman a nuevos enfoques imaginativos y creativos para la evangelización.
Sin embargo, la Iglesia no debería permitir que estas dificultades la alejen de su responsabilidad misional para con los estudiantes. Mediante la oración y el trabajo continuos, la combinación de recursos y la colaboración con ministerios para eclesiásticos especializados ya existentes, los evangélicos pueden avanzar en sus esfuerzos para la evangelización estudiantil.
La evangelización estudiantil: una tarea inmensa
No existe ningún enfoque mágico para evangelizar a los estudiantes. La cultura estudiantil cambia muy rápidamente, por lo que un enfoque que sea valioso hoy en día puede ser obsoleto mañana. Es por ello que tanto las estrategias como los métodos deben evolucionar constantemente, teniendo en cuenta los cambios de la sociedad y reflexionando en ellos. Incluso si el mensaje central sigue siendo el mismo, la forma de presentarlo a los estudiantes debe adaptarse, por lo que la evangelización estudiantil tiene que ser siempre creativa e innovadora.
Por lo general, la mejor estrategia es la que consiste en que sean los estudiantes mismos los que alcancen a sus compañeros. Esta es la razón por la que los estudiantes cristianos deben ser los actores principales en la evangelización en el campus, ya que viven juntos, entablan amistades y participan en las discusiones y en los debates. Por encima de todo, los estudiantes cristianos poseen la experiencia irreemplazable de dar un testimonio tangible al mostrarse ante sus amigos no cristianos como biblias abiertas. Muchos testimonios de conversiones de estudiantes destacan, de una manera maravillosa, la importancia del testimonio de la vida y la amistad de los cristianos. Este testimonio vivo de fe puede producir muchos más resultados que una predicación pública abstracta y aislada. Es por ello que las intervenciones externas deben limitarse a la formación y al mentorazgo de estudiantes cristianos, a fin de darles los recursos necesarios. El papel de los líderes de iglesias debería limitarse a capacitar, apoyar en oración y animarlos para que actúen. Todos los grupos ministeriales especializados que han tenido una presencia importante y un impacto profundo en la evangelización en la universidad, han entendido y aceptado este principio de liderazgo e iniciativa estudiantil.
Así, tanto los profesores como los investigadores cristianos que trabajan en la universidad deberían involucrarse en capacitar y preparar a los estudiantes para la evangelización. Al estar constantemente rodeados por estudiantes y ser respetados en sus campos de competencia académica, están en una posición privilegiada. Varios estudiantes no creyentes se han sentido tocados por el testimonio de estos profesores y se han convertido. En cuanto a la apologética y los debates sobre la fe, estos miembros del personal universitario pueden ofrecer su ayuda cuando se debaten temas difíciles a los que se enfrentan los cristianos, incluso con compañeros que se oponen a la fe. Su presencia en el campus ofrece un grado de seguridad a los estudiantes cristianos que, a veces, pueden sentirse desafiados y dejarse llevar por las ideas radicales que se oponen a su fe. Pueden animar a los estudiantes a defender sus convicciones y a no tener miedo o sentir vergüenza a la hora de comunicar las Buenas Nuevas en el campus.
Todavía queda mucho por hacer en el área de la evangelización estudiantil. La tarea requiere muchísimos recursos y habilidades muy variados. Ni un ser humano, ni un grupo de personas, ni una sola denominación puede llevar a cabo esta tarea sin ayuda. Solo Dios puede hacerlo. Él está obrando, abriendo puertas y ventanas para crear oportunidades a menudo inesperadas. Es Dios quien nos invita a unirnos a su misión, un privilegio en el que Dios nos da a cada uno de nosotros una parte de lo que Él ya está haciendo. Este privilegio de trabajar con Dios fomenta la humildad mediante la colaboración con otros. Además, nos anima a no desesperar ante las dificultades, pues la obra pertenece a Dios.
Bibliografía
Solomon Andria, Regard théologique sur l’éducation en Afrique contemporaine, Cotonou, Groupes bibliques universitaires d’Afrique francophone, 1998.
Lindsay Brown, Brillando como estrellas. El poder del evangelio en las universidades del mundo. Andamio, 2007.
Collectif, Mutation de la jeunesse étudiante et hésitation à l’égard du christianisme, Lumière et Vie 232, 1997.
