Superando las barreras lingüísticas
La historia de un estudiante tailandés en una iglesia japonesa
Autor: Tanapol Krailasratanasiri (Kamp), un estudiante de TCS Tailandia
Estaba en Tokio, Japón, como estudiante de intercambio entre el 2015 y 2016. En un evento de KGK Japón, conocí a alguien de la Universidad de Waseda quien, más tarde, me invitó a su iglesia japonesa local, que estaba cerca de donde vivía yo. Lo especial sobre esta iglesia es que el pastor y su mujer habían vivido en Tailandia durante 19 años, por lo que podían hablar e incluso escribir tailandés. En la iglesia, los miembros japoneses me dieron la bienvenida con regalos y fiestas, pero lo que más me impactó fue el hecho de que, cada semana, la mujer del pastor preparaba todas las traducciones para mí.
Y por «traducción» no me refiero a la traducción hablada. Como traducir oralmente del japonés directamente al tailandés requiere un talento enorme, la mujer del pastor decidió imprimir todas las canciones y los textos de los sermones que se iban a usar y escribió a mano todas las traducciones importantes. Lo hizo cada semana durante los nueve meses enteros que yo estuve allí como estudiante de intercambio. No se trató de un simple acto de generosidad, en que das una vez y ya está. Pueden imaginarse la pasión, el esfuerzo, el tiempo y la responsabilidad constante que necesitó una mujer de más de 60 años para traducir las 10 páginas que ocupaba el sermón cada semana durante nueve meses.
Si no lo hubiera hecho, con mis pobres conocimientos de japonés, habría sido muy difícil para mí unirme a una comunidad cristiana japonesa y habría tenido que dejar de ir. En cambio, pude pasar nueve meses enteros haciendo amistades y descubriendo lo única que es una iglesia japonesa. Ella me abrió las puertas a esta experiencia tan excepcional y que jamás hubiera imaginado poder tener, y todo empezó en aquel evento de KGK al que asistí.
Lo mejor que pude hacer para devolver el favor fue cocinar una comida tailandesa para los miembros de la iglesia por Navidad, pero también me dije a mí mismo que debía ayudar de la mejor manera posible a los extranjeros que visitan mi país, pues ahora sé lo que puede impactar este tipo de generosidad.
Responda:
- ¿Ha sido testigo de una generosidad como esta? ¿Hay estudiantes internacionales cerca de usted a los que bendeciría este tipo de generosidad?
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- Los estudiantes internacionales que tiene a su alrededor tienen mucho que compartir con usted. ¿Por qué no considera organizar un evento donde puedan compartir lo que supone ser cristiano en su país y orar juntos por este país? A lo mejor, le podrían ayudar a hacer una videoconferencia con estudiantes de su país.
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