Puntos a enfatizar: oración y generosidad
Una oportunidad periódica para saber de Daniel Bourdanné, Secretario General de IFES.
Durante un tiempo de descanso, Dios me habló. Me habló sobre generosidad y oración, su importancia y lo difícil que es vivir tales valores, especialmente en culturas donde se venera el éxito material y el individualismo. Me siento conmovido al considerar lo que significa para nosotros demostrar un ministerio de generosidad y oración.
Para algunas personas, como es mi caso, es más fácil dar que recibir. Yo tengo la tendencia de devolver cada una de las acciones generosas de mis amigos. Si me invitan a comer fuera, les digo: «la próxima vez invito yo». No quiero ser una carga. Pero he llegado a entender que mi actitud es motivada por un deseo silencioso de no ser visto como necesitado o dependiente de la generosidad de otros, y esto me impide celebrar el regalo y el amor de los demás.
Podemos entender la generosidad como los ricos dando algo de su riqueza a los pobres. Podemos dar para controlar y ejercer poder sobre otros. Podemos dar para no sentirnos culpables. Veo cómo es de difícil que un rico acepte la hospitalidad de un pobre; los ricos dan, pero no quieren recibir de los pobres. Podría ser que algunos de nosotros (los que somos mayores, más ricos, procedentes de movimientos nacionales más establecidos, etc.) pensamos solo en dar, y no aceptamos el recibir de aquellos «más pobres» que nosotros como una expresión verdadera de la generosidad bíblica.
Sin embargo, Dios me ha estado hablando y me estoy dando cuenta una vez más de que la generosidad es algo más profundo, y va más allá, de la acción de dar. La generosidad es una acción de alabanza al Señor y un regalo nuestro para los demás (2 Corintios 8:5). Cada seguidor de Cristo, tanto si es rico como si es pobre, es llamado a ser generoso. La generosidad no trata solo de dar en una sola dirección, sino que también trata de recibir, lo que es, en sí mismo, una prueba de nuestra dependencia espiritual.
Es un privilegio para mí y mi familia vivir en el Reino Unido, con supermercados bien surtidos, fácil acceso a los servicios de salud y tratar con las autoridades y la burocracia con una relativa sencillez. Damos gracias a Dios por las bendiciones que tenemos aquí, pero sabemos que ello reta nuestra espiritualidad. En Côte d’Ivoire eramos conscientes de nuestra vulnerabilidad. Aquí no hay malaria ni golpes de estado. Podemos arreglar muchas cosas y la sociedad nos enseña a ser autosuficientes, por lo que nos volvemos insensibles a nuestra necesidad de depender de Dios y de celebrar el amor de los demás.
Mientras reflexionaba sobre la generosidad como «dar y recibir», empecé a entender mejor la conexión entre generosidad y oración, pues ambas tienen en común el desafiante mensaje cristiano de nuestra dependencia completa de Dios y los demás. Ahora entiendo más el valor de una vida de oración que demuestra la confesión de nuestras limitaciones y la dependencia de nuestro Padre celestial.
Me anima enormemente ver que, a lo largo de la historia, la oración ha sido la base de IFES. Sentí que Dios me hablaba de nuestra necesidad de revitalizar nuestro compromiso. Dios continúa retándome y aún me cuesta entender la totalidad de lo que ello implica, en términos prácticos, para la Comunidad. Continúo haciéndome las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos enseñar, promover y cultivar la oración y la generosidad de manera eficaz entre nosotros y hacia nuestros estudiantes? ¿Podemos animar a nuestra comunidad a estar preparada a abrir sus brazos ante Dios? ¿Cómo podemos hablar de sacrificar nuestro yo y morir para vivir con Cristo de una forma atractiva cuando la cultura que nos rodea venera la perfección y el éxito?
Dios me está retando y espero que también les rete a ustedes a través de estas preguntas. Oro para que encontremos el tiempo para confesar nuestras limitaciones y expresar nuestra dependencia de Dios para guiarnos.