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Los estudiantes cristianos perseguidos en el norte de Nigeria

Cómo los estudiantes defienden el evangelio en medio de la injusticia

Era la última hora de la tarde, sobre las 18:00, y acabábamos de terminar nuestra reunión de líderes estudiantiles. Habíamos tenido revueltas en la ciudad ese día. Se sentía la tensión en el aire cuando volvíamos en silencio hasta nuestras residencias, hablando en voz baja. La carretera estaba desierta. Pero observamos que unos chicos nos seguían. Aligeramos el paso. De repente nos vimos corriendo. En todas las direcciones. También estaban delante de nosotros. Tenían cuchillos. Lancé la mochila y corrí a un arbusto. El miedo se recorría los huesos como nunca antes. Los chicos estaban cazándonos. Me escondí durante cinco horas, muerto de miedo. Conseguí hacer algunas llamadas en voz baja y al final unos agentes de seguridad del ejército vinieron a rescatarme. Sobrevivir fue un milagro. Pero no es agradable recordarlo. 

Es la historia de Emmanuel. Es cristiano. Vive en el norte de Nigeria, una zona conocida por sus recientes atentados contra cristianos por parte de musulmanes radicales. A pesar de que la violencia se ha dirigido principalmente contra los habitantes de zonas rurales, los universitarios cristianos también están en el punto de mira. Suelen ser víctimas de la injusticia, discriminación y hostilidad. 

Víctimas de la injusticia 

Uno de los principales desafíos de los estudiantes cristianos es encontrar un lugar para celebrar sus reuniones de comunidad. Cuando los grupos de NIFES piden permisos para reunirse en el campos, siempre se los deniegan. Se ven obligados a reunirse fuera en campos de fútbol, bajo los árboles, sentados en piedras, bajo la lluvia o el sol abrasador. Y muchas veces las autoridades universitarias interrumpen los encuentros y los amenazan con la expulsión si no dejan de quedar. 

En algunos campus se han quedamos capillas y no se conceden permisos para reconstruirlas. Este tipo de trato es incluso más duro teniendo en cuenta que se construyen mezquitas en algunos campus. 

También se les prohíbe formar parte de consejos estudiantiles. Algunos profesores les han cambiado las notas porque no quieren que los cristianos progresen. A veces incluso viven complicaciones para que los admitan en la universidad, a pesar de que hayan obtenido buenas notas. Algunos recurren a cambiar su nombre o añadirse uno musulmán para ganarse el favor de los encargados de las inscripciones. 

Ese es el día a día de los estudiantes cristianos del norte de Nigeria. Un obrero lo explicó de la siguiente forma: «La justicia nunca llega para las vidas cristianas». 

Orando por peces gordos 

En ese contexto, son de admirar los estudiantes que responden con valentía, perseverancia y oración de fe. Cuando les preguntamos cómo podíamos orar por ellos, uno respondió: 

«Oren para que Dios nos llene de su Espíritu Santo y seamos valientes para testificar su nombre, como los apóstoles. Oren para que Dios nos dé gracia para testificar eficazmente y puertas abiertas de salvación en el norte de Nigeria. Oren para que amemos a los compañeros musulmanes. Como el apóstol Pablo, son peces gordos; y queremos ganarlos para cristo». 

Otro estudiante reflexionó: 

«Creo que este sufrimiento y persecución nos hace sentir lo que vivieron los apóstoles. Son experiencias que prueban la fe y nos ayudan a depender de Dios en todo momento.  

Nos gustaría que oraran para que estemos comprometidos en alabanza y comunidad con Dios y no nos afecten los desafíos que enfrentamos. Gracias por orar. Sé que somos parte de un cuerpo mayor». 

Y sí, lo somos. Pongámonos al lado de los hermanos y hermanas que sufren; confiemos, como ellos, y acerquémonos a nuestro soberano y misericordioso Dios en humilde oración. 

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