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La tecnología: nuestro espejo negro espiritual

Jessica Grant nos anima a desconectarnos un rato del mundo siempre conectado de internet.

Espejo negro: “El reflejo de una pantalla oscura de ordenador delante de ti, después de haberse apagado accidentalmente o a propósito, que te da la oportunidad de replantearte tu vida tal y como la ves”. Urban Dictionary

El día después de que se filtrara información comprometedora sobre el presidente de Brasil en medio de una crisis política, El País publicó un artículo titulado: “Los memes: la única institución que funciona plenamente en Brasil”.

Los memes de internet, una característica de la cultura digital, son imágenes o frases que se extienden rápidamente por las redes sociales, a menudo burlándose de algo.

En Brasil sólo un 58% de la población tiene acceso a internet, pero casi todo el mundo utiliza WhatsApp, la aplicación de mensajería. Brasil es el tercer país del mundo donde más se utiliza Facebook, la red social más grande del mundo.

Un reflejo de nuestras vidas rotas

El artículo de El País puede tener razón cuando afirma que la avalancha de memes es una “terapia colectiva” para una sociedad adormecida que se ha acomodado y que encuentra cada vez más difícil asombrarse o conmoverse.

Las redes sociales pueden ofrecer una “distracción” positiva, pero a menudo familias y amigos pueden encontrarse divididos por culpa del efecto polarizador de los comentarios enérgicos e insensibles que se hacen en internet. Y por supuesto hay que mencionar las “noticias falsas” y rumores falsos que se propagan por internet y mucha gente no sabe si es más sabio entrar en conversaciones desafiantes o simplemente dejarlas pasar.

Internet a veces se puede ver como una tierra salvaje donde parece que no hay que tomar responsabilidad por lo que se dice. Escondiéndose detrás de sus pantallas, los usuarios se sienten con la libertad de decir cualquier cosa, incluyendo comentarios poco prudentes, falsos o poco edificantes.

Hace unos años, Andrea Ramos Santos, una ex obrera de ABUB, dijo que a veces prefería no entrar en redes sociales por las cosas que la gente escribía y cómo le contestaban. Le afectaba mucho. Fue la primera vez que entendí que desconectarse de la tecnología podía ser una forma de cuidar el estado emocional y espiritual de una persona (y no de evadir la realidad, como yo pensaba anteriormente).

Conectar con los que piensan de otra forma

La tecnología en sí no es un problema (por ejemplo, ayuda a la familia de IFES a estar conectada a pesar de la distancia geográfica), pero sí ayuda a poner de manifiesto algunos problemas característicos de nuestra época y de nuestra sociedad.

Los algoritmos aplicados por las redes sociales determinan lo que aparecerá en nuestras noticias basándose en nuestras interacciones en el pasado. Los contenidos que aparecen en nuestras noticias se vuelven contenidos con lo que estamos siempre de acuerdo y esto puede crear una sensación falsa de estar al día de todo y bien informado.

En las burbujas que crean estos algoritmos olvidamos que otras personas y culturas quizás piensen de forma diferente, quizás utilicen la tecnología de forma diferente y quizás reaccionen de forma inesperada a lo que escribimos y compartimos, y a cómo escogemos comunicarnos.

Mantenernos fieles en internet

Las redes sociales también pueden ser una distracción molesta en nuestra vida espiritual, ocupando cada vez más tiempo durante el día. Si nos cuesta encontrar tiempo para orar pero podemos ver la última serie de Netflix (y comentarla en internet), me parece que nuestras prioridades no son las correctas.

Por otro lado, podemos llegar a creer que otras personas tienen una vida espiritual maravillosa según lo que ponen en Facebook, pero, ¿están intentando reflejar en internet una vida más positiva que la que tienen en realidad?

Las alertas y notificaciones en nuestros móviles, que siempre están conectados, nos interrumpen constantemente. Necesitamos responder de inmediato y esperamos que otros lo hagan, y esto puede generar ansiedad. ¿Estamos apartando un tiempo para reflexionar de forma más profunda y hacernos preguntas críticas? Dios nos llama a no hablar sin escuchar (Proverbios 18:13) y a controlar lo que decimos (Proverbios 10:19).

Al igual que en el sermón del monte, me imagino a Jesús diciendo hoy en día que “si alguna de estas distracciones modernas te hace pecar, sácala y arrójala”.

Andrea tenía razón después de todo. A veces tenemos que desconectar. Necesitamos ayunar de nuestra actividad en internet y reconectar con Dios.

Jesús estuvo en el desierto 40 días. ¿Seríamos capaces de desconectar durante 40 minutos?


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Sobre el autor

Jessica Grant es licenciada en Periodismo y Comunicación Social y trabaja en el área de comunicación de ABUB Brasil.

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