Cuando Dios habló por medio de Google
La búsqueda de la verdad de un estudiante maltés
“Todo me da ansiedad” escribí en Google.
Solo faltaban unos meses para graduarme, pero había llegado a mi límite. Desde mi más temprana adolescencia había luchado contra una intensa ansiedad social. Asistí a terapia (que me ayudó mucho) lo que me hizo interesarme por la psicología. Por eso decidí estudiar psicología en la universidad. Pensé que si estudiaba esta carrera podría salvarme de mi propia ansiedad, y en un futuro, ayudar a otros con el mismo problema que yo. Pero, empeoró mientras era estudiante. Llegué al punto en el que no podía hablar con otros ni salir de mi casa. Empecé a tener ataques de pánico porque mi vida no se estaba desarrollando como había planificado. Estaba intentando todo lo posible para eliminar mi problema, pero nada funcionaba.
Buscaba una respuesta en cualquier lugar. ¿Qué tenía que decir Google?
Cautivado por la Biblia
Según iba viendo las respuestas en Google, mis ojos se posaron en unas palabras de la Biblia:
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.“ ”Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6,7 [NVI]
Sentía que Dios me estaba hablando según leía. Así que, ahí mismo, oré y pedí ayuda.
Dios no respondió mi oración de inmediato ni en la forma que yo esperaba, sino que puso en mí un deseo muy fuerte por estudiar la Biblia. Cuando terminé mis estudios, podía llegar a pasar seis horas al día leyendo libros cristianos, escuchando sermones y viendo lecciones. Me había cautivado.
Buscando la verdad.
Me crié en Malta en la Iglesia Católica Romana, al igual que el 98% de la población del país. Iba a Misa todos los domingos y a Catequesis durante la semana, pero iba porque debía, no porque quería. Me costaba mantenerme despierto durante la Misa, y la razón por la que iba a Catequesis era para jugar al fútbol y ver a mis amigos. Jamás cuestioné mis creencias, pero siempre sentí que algo no estaba del todo bien.
Cuando empecé a leer la Biblia por mí mismo, descubrí muchas contradicciones con lo que me habían enseñado cuando era pequeño. Al principio, me costó mucho aceptarlo. Me di cuenta que me habían enseñado cosas que no se correspondían con lo que estaba leyendo en la Biblia. Como parte de mi búsqueda de la verdad, decidí visitar una iglesia evangélica. Tras el culto, uno de los pastores compartió el Evangelio conmigo. Ese mismo día, admití que era un pecador y acepté a Jesucristo como mi Salvador personal. Y me bauticé unos meses más tarde.
Conociendo en qué creo.
Me costó hablarle a mis padres de acerca de mi nueva fe en Jesús. Lo mantuve en secreto porque mi familia entera es Católica, y sabía que no lo aprobarían. Pero, tras unas pocas semanas, mis padres me pillaron con un libro acerca de la Biblia en las manos. Les tuve que decir la verdad. Y no fue nada bien. Y ahora, un año más tarde, sigue siendo complicado. Creen que me he unido a una secta. Creen que estoy perdiendo mi vida estudiando un libro que carece de valor. No quieren escucharme.
La mayoría de mis amigos se alejaron de mí, y los pocos que se quedaron siguen criticándome y me intentan persuadir de volver a la fe Católica. No me sorprende su reacción. En Malta, la mayoría cree que el cristianismo evangélico es una secta. No conocen realmente lo que dice la Biblia. Mi caso era igual que el suyo. Antes, desconocía en lo que creía. Daba por hecho que todo lo que enseñaban los sacerdotes y maestros Católicos era cierto. Ahora me aseguro de que lo que escucho y creo venga de la Biblia y que sé por qué creo lo que creo.
Los retos de vivir como un seguidor de Jesús.
Según iba compartiendo el Evangelio con otros, pude descubrir que muchas personas creen que son buenos. Creen que irán al cielo porque hacen más cosas buenas que malas. Aunque algunos de ellos no están de acuerdo con todo lo que se les enseña, no se plantean cambiar. Dicen: me crié así.
Desde que llegué a mi fe en Jesús, he seguido luchando contra mi ansiedad. Pero he mejorado mucho. Ahora, cuando me preocupo, acudo a Dios en oración. Me consuela y me ayuda a superarlo. Otro reto que he tenido ha sido encontrar un trabajo. Muchos trabajos exigen que trabaje en domingo, lo que me impediría ir a la iglesia. He luchado contra la soledad, dado que apenas hay seguidores de Jesús de mi edad en Malta. Por el momento, no tengo amigos cercanos, pero paso mucho tiempo con Dios y Él me consuela en estos momentos tan difíciles.
Ahora estoy estudiando un Máster en teología online y estoy considerando hacerme pastor o trabajar como evangelista fuera de mi país en el futuro. No sé si Dios me llamará a salir de Malta. Por ahora, estoy comprometido con mi iglesia local, y servir ahí es mi prioridad.