Covid-19 · Vamos a reflexionar y orar
Un mensaje de parte del Secretario General en funciones, Jamil
Queridos hermanos de nuestra familia de IFES:
Me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre las circunstancias a las que se enfrenta ahora mismo nuestro mundo. Esta nueva situación del Covid-19 nos ha hecho conscientes una vez más de la fragilidad de la condición humana, sea cual sea el continente en el que vivamos, o nuestro estatus social.
El Salmo 46 sirvió de inspiración a Martín Lutero para escribir el himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”. A mí me parece que este salmo refleja lo que hemos estado viviendo estas últimas semanas.
En medio de los peligros y amenazas que rodean a su pueblo, el Señor se muestra como una fortaleza, un refugio donde su pueblo encuentra seguridad. Así, aunque rujan las aguas (versículo 3), Dios nos recuerda que hay un río cuyas corrientes “alegran la ciudad de Dios” (versículo 4) y a aquellos que encuentran allí su refugio.
En medio de los peligros invisibles que nos rodean, no debemos olvidar, queridos amigos, que hay un refugio, una fortaleza, una ayuda que no reside en nosotros, ¡sino en Dios! En este salmo, los hijos de Coré hablan de su propia experiencia usando palabras poderosas que nos llaman a mantener firme la esperanza y seguir adelante.
Quiero compartir con ustedes tres palabras de consejo que contiene este salmo.
La primera es: ¡Quietos!
En los diez primeros versículos del salmo, los escritores honran a Dios y le dan la gloria. Dicen que es todopoderoso sobre la naturaleza y sobre el enemigo. Y entonces llegamos al versículo 10. Dios nos recuerda: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios”.
Después de hablar de Dios y su gran poder en los primeros nueve versículos, nos encontramos con este mandamiento divino: ¡Quédense quietos!
Hermanos y hermanas, cuando la vida normal se derrumba a nuestro alrededor, a menudo es difícil quedarse quieto. ¡Nuestras preocupaciones nos ponen aún más inquietos! ¿Quedarnos quietos? ¡Ni hablar! Al contrario, sentimos que tenemos que acelerar el paso como si nuestro destino dependiera de nuestro propio esfuerzo.
Pero Dios nos está diciendo aquí que estemos quietos. Que detengamos nuestros proyectos, nuestros planes. Que echemos el ancla y nos centremos en quién es Él, que reconozcamos que Él es el Señor, que fijemos nuestros ojos, que a menudo están distraídos con otras cosas, en Él. Que pasemos tiempo a sus pies, en sumisión, en silencio, escuchando su voz lejos de todos los problemas que sacuden a nuestro mundo. No se trata sólo de estar quietos, sino de hacerlo delante de Dios. Es una invitación a reflexionar sobre lo que Dios tiene que decirnos a nosotros o a mí. A ver lo que tiene para mí durante esta tormenta y preguntarle qué me quiere enseñar.
Mi segunda recomendación es: No tengan miedo.
En el versículo 2 leemos: “… aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar”, y en el versículo 4: “… aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes”. Esto nos hace pensar en huracanes, tsunamis y volcanes. Nos sentimos tan pequeños e insignificantes cuando nos enfrentamos a estos fenómenos. Pero Dios empieza el versículo con estas palabras: “Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra…”
Al experimentar la furia de los elementos, ya sean de la naturaleza, políticos, de guerra o enfermedad, como es el caso hoy en día, nos podemos encontrar paralizados por el miedo y la incertidumbre. Pero el versículo 2 ofrece un remedio para nuestra ansiedad: “Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra…”
No importa lo que ocurra en nuestra vida, por muy pequeños y vulnerables que nos sintamos, debemos recordar que el Dios del universo está con nosotros. El apóstol Pablo nos recuerda en Romanos 8, “Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?” (Romanos 8:31). Mantengamos esta promesa en nuestro corazón a medida que nos enfrentamos a la tormenta. Puede que el Covid-19 nos lleve a dudar de la omnipotencia y grandeza de Dios e incluso puede llegar a minar nuestra confianza en Él. El versículo 2 es una respuesta que Dios mismo nos da. Es una invitación a no perder la confianza en sus promesas.
Y por último, lo tercero que nos pide el salmo: Confiemos en Dios
A veces nos sentimos indefensos ante los problemas y dificultades que se nos presentan y tenemos tan pocas fuerzas que no somos capaces de enfrentarnos a las pruebas. David estaba indefenso cuando se enfrentó a Goliat. Sabía que no podía ganar una batalla contra un gigante. No podía competir con él. Pero creía que su Dios era más grande que su enemigo. El versículo 11 nos recuerda que “el Señor Todopoderoso está con nosotros”.
Queridos amigos, solo podemos entender esta promesa de verdad cuando nos detenemos, acudimos al dueño de nuestro destino y ponemos todos nuestros temores y toda nuestra ansiedad en sus manos. Les invito a fijar sus ojos en Él y a orar para que el Señor de Paz se revele y sea glorificado por medio de la situación actual. Demos a Dios lo que le corresponde: honor, gloria y alabanza.
Como no podemos reunirnos en persona, les animo, amigos míos, a utilizar todos los demás medios de comunicación que tenemos a nuestra disposición, como las redes sociales, el teléfono, correo electrónico y SMS para mantener los fuertes lazos de comunión y de amistad que nos unen. Y les invito una vez más a permanecer unidos orando unos por otros porque en esto se basa nuestro movimiento.
Amigos míos, en estos tiempos de crisis, el liderazgo y los obreros de IFES haremos todo lo posible por mantenernos en contacto con ustedes y suplir sus necesidades básicas. Sin embargo, también les animo a ser un nexo de unión entre los diferentes niveles de nuestra comunidad: para ayudar, ofrecer apoyo y conectar, entre sus grupos locales, dentro de las ciudades, de los países e incluso de su región de IFES. Por medio de nuestra unidad y comunión a nivel nacional, regional e internacional podemos ser una fuente de ánimo y bendición para otros.
Que la paz del Señor esté con todos ustedes.
Saludos a todos: