Alan Smith: La rentabilidad de los valores
Los valores cristianos ofrecen una gran rentabilidad de la inversión, según un banquero que ha llegado a lo más alto del mundo de las finanzas.
Cuando Alan Smith les dice a sus amigos cristianos que trabaja para un banco, todos responden lo mismo: “¡Quieren poner las manos sobre mí y orar por mi alma!”, se ríe.
A raíz de la crisis bancaria del 2008, muchas personas todavía desconfían de los banqueros porque consideran que su imprudencia fue responsable de las penurias de la crisis financiera global. Y Alan, que viene de Barbados, en las Antillas, tiene un papel importante en este sector. Después de 22 años con HSBC, uno de los bancos más grandes del mundo, ha llegado a ser Jefe Global de Estrategia de Riesgos y Director Ejecutivo del Grupo de Riesgos de HSBC, una función crítica en el área de riesgos con 17.000 personas.
Sin embargo, a pesar de su exitosa carrera, Alan, de 54 años, no cumple en absoluto con el estereotipo de banquero que podemos ver en la prensa. Conoció a Jesús en la universidad en Jamaica y está agradecido por poder estar en una posición en la que puede utilizar los valores que aprendió como estudiante, para ayudar a resolver lo que es, según él, el reto más importante al que se enfrenta nuestra sociedad hoy en día.
Para él, la banca no es solo un mecanismo para generar más dinero o para enriquecer a unas cuantas personas. El principal objetivo de un sector financiero saludable, dice, es tratar de ayudar a la gente a sostener a sus familias. Y la idea clave que ha aprendido a lo largo de los años viviendo su fe en el mundo de los negocios es que trabajar en la banca de la manera “correcta” en realidad crea el negocio más próspero.
“Lo más importante que hay que aprender es que ‘los valores impulsan al valor’”, dice. “La banca llevada a cabo correctamente ayuda a hacer crecer la economía y esto ayuda a la gente a conseguir trabajo y un techo. Lo importante es que nos motiven estos valores de querer que el crecimiento sea equitativo y de querer hacerlo de una manera sostenible. Si se hace al revés, ocurren todos los problemas que tenemos”.
Como Jefe Global de Estrategia de Riesgos, el trabajo de Alan consiste en ayudar a definir cómo aborda su banco el riesgo. Para un banco, la gestión del riesgo establece cómo se gana dinero, pero también de cómo se pierde. El riesgo más común, por ejemplo, es si la persona a la que se le ha prestado dinero será capaz de devolverlo.
Su trabajo puede ser muy técnico, pero las palabras que utiliza cuando habla de la banca se refieren a los valores cristianos sencillos de rendición de cuentas, sostenibilidad y equidad. Señala que la contabilidad fue desarrollada por un monje y que originalmente estaba relacionada con la “rendición de cuentas”: se trataba de cuadrar las cuentas para ver si había sido un buen administrador de lo que Dios le había dado. Y bromea que en la parábola de los talentos, Jesús reprende al hombre por no dar su dinero a los banqueros.
Alan no tiene ningún reparo en reconocer que le gusta su especialidad. “¡Me encanta el dinero!”, afirma. “Me parece fascinante. Las finanzas dan una idea de la condición humana. El dinero o la falta de él puede hacer mucho para bien o para mal. Y para bien o para mal, el dinero hace que el mundo gire”.
HSBC, que emplea a 240.000 personas en todo el mundo y opera en 65 países, trabaja tanto en las economías desarrolladas como en los mercados emergentes, y Alan dice que a medida que las economías crecen se puede ver cómo decenas de millones de personas salen de la pobreza. Esto hace que sea aún más doloroso, por supuesto, cuando una crisis financiera global detiene este progreso. Pero Alan dice que lo bueno de la caída del mercado es que la banca se ha dado cuenta de nuevo de que necesita concentrarse en los “valores” con el fin de evitar que esto vuelva a suceder.
“La caída del mercado ha hecho que los valores se pongan en el punto de mira”, dice. “El fracaso de los valores es en parte la causa de la crisis financiera, tanto como el efecto de los mercados. Así que se trata de lo que creemos y de tener los valores correctos en este sentido”.
Los valores de Alan son moldeados por su fe cristiana. Nació en las Bahamas, pero fue criado en Barbados por su padre, un director de escuela, y su madre, una católica de Trinidad. Su tatarabuelo paterno había sido un esclavo liberado de ascendencia africana.
Aunque sus padres no eran cristianos, iban a la iglesia, por lo que Alan recuerda una infancia muy anglicana, por el incienso, las vestiduras, los himnos y el libro de oraciones. “Tal vez sea la edad ahora, pero en realidad creo que fue bastante bueno”, dice. “Sabía que había algo allí arriba con lo que tenía que lidiar y tomar una decisión”.
Estudió contabilidad en la Universidad de West Indies y pasó su primer año en el campus de Barbados, donde conoció a su futura esposa, Penny. Ella ya era cristiana y cuando él se mudó a Jamaica para realizar sus próximos dos años de estudio, ella le instó a ir a visitar a su mentor Bruce Fletcher, que había fundado una iglesia allí. Así que Alan fue a su iglesia, asistió a reuniones de UCCF Jamaica (también a petición de Penny) y en octubre de 1982 sintió que había llegado la hora de tomar una decisión. “No ocurrió por un gran llamado desde el púlpito”, dice.
“Sólo pensé: ‘si realmente eres Dios, tengo que tomar una decisión’. Lo hice en mi habitación, por mi cuenta, en el campus”.
Esta habitación estaba en una residencia universitaria masculina que tenía la reputación de llevar una vida alocada, pero Alan dice que la oposición a la que se enfrentó lo ayudó al instante a confirmar su decisión. No era visto como algo “varonil” ser cristiano, así que tuvo que mantenerse firme en lo que creía.
A pesar de ser un nuevo cristiano, Alan ocupó rápidamente un puesto en el liderazgo de UCCF Jamaica, planificando programas y organizando campañas y actividades de evangelización. También se le encomendó el trabajo de intentar mejorar la asistencia a las reuniones de oración que tenían lugar temprano por la mañana. “Tener que levantarse temprano y llamar a la puerta de la gente me mostró que el liderazgo no siempre es atractivo”, dice. “Hay un montón de trabajo pesado”.
Alan dice que la experiencia en el liderazgo le preparó para su carrera actual. “Además de grandes experiencias en torno a mi fe, IFES también me dio la experiencia de dirigir las cosas”, dice. “Me mostró que como líderes somos responsables y tenemos que rendir cuentas. Es un privilegio pero también una responsabilidad que impresiona, estar haciendo cosas que afectan a las experiencias de la gente con Dios. Lo que decimos, lo que hacemos, el ejemplo que damos, puede tener un impacto en los demás. Experimentar esto en una etapa tan temprana fue realmente muy valioso, especialmente teniendo en cuenta el sector en el que estoy ahora”.
Su tiempo en UCCF Jamaica también ayudó a Alan a reflexionar sobre el equilibrio entre su fe y su vocación. Le ayudó a darse cuenta de que su “ministerio” era cualquier lugar en el que estaba: no había una parte de su vida marcada por la “fe” y un compartimiento separado para los “estudios”. “Pero siempre habrá tensión”, dice. “Se acerca un examen y una gran reunión de oración, ¿cómo podemos conciliar esto? Estas lecciones y este marco para la toma de decisiones continúan durante toda la vida, especialmente si nuestra carrera no es explícitamente dentro del ministerio”.
Alan se mudó al Reino Unido en 1985 después de ganar una beca de la Commonwealth para realizar un Máster en Dirección de Empresas (MBA). Después de ocho años con la compañía de servicios profesionales KPMG se unió a HSBC en 1994. Actualmente, él y Penny viven y trabajan en Londres y tienen un hijo que está estudiando en Canadá. Alan usa su conocimiento financiero de forma voluntaria en el Comité de Finanzas de IFES, y también le encanta jugar al críquet y ser entrenador (formó parte del equipo nacional juvenil en Barbados).
Mirando hacia atrás, Alan considera su tiempo en UCCF Jamaica como una experiencia que lo definió y que estableció bases profundas para el resto de su vida. Pero también le sorprende la forma tan poco convencional en la que empezó. “Es interesante cómo trabaja Dios y cómo obra su gracia”, dice. “Cuando conocí a Penny, ella era cristiana y yo no, que en teoría es una relación que no ocurre. Y luego de haber conocido a Jesús en octubre, UCCF Jamaica me dio un puesto de liderazgo después de un par de meses, que también es algo que en teoría no ocurre. Pero fue la experiencia más increíble. Dios obra de manera misteriosa”.
Este artículo apareció por primera vez en INFLUENCIA: el impacto de IFES en la vida de sus graduados, una selección de historias de todo el mundo que muestran el impacto a largo plazo del ministerio estudiantil de IFES. Una versión revisada y actualizada de este libro se lanzará a lo largo de este año.